Viernes de la I semana del Tiempo ordinario

Unos minutos con Dios.

Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia:

Evangelio según San Marcos 2, 1-12

Cuando Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras él enseñaba su doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando entre cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente, quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero bajaron al enfermo en una camilla.

Viendo Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralítico: “Hijo, tus pecados te quedan perdonados”. Algunos escribas que estaban allí sentados comenzaron a pensar: “¿Por qué habla éste así? Eso es una blasfemia. ¿Quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?”

Conociendo Jesús lo que estaban pensando, les dijo: “¿Por qué piensan así? ¿Qué es más fácil, decirle al paralítico: ‘Tus pecados te son perdonados’ o decirle: ‘Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa’? Pues para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados – le dijo al paralítico –: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa”.

El hombre se levantó inmediatamente, recogió su camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo: “¡Nunca habíamos visto cosa igual!”

Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia ……

¿Quién, sino sólo Dios, puede perdonar pecados? (Marcos 2:7)

Los escribas, expertos en las Escrituras y las leyes de Israel, hicieron esta pregunta por preocupación e incluso indignación de que Jesús de Nazaret, un simple hombre, afirmara hacer algo que solo Dios puede hacer. Y tampoco estaban equivocados: sólo Dios puede perdonar pecados. Pero lo que se perdieron fue que Dios había irrumpido en la historia y había entrado en la historia humana en Jesús. Y él vino trayendo no solo sanidad para los cuerpos, sino también el perdón de pecados que sana las almas.

Jesús irrumpió en escena con enorme energía: enseñando de una manera nueva, realizando curaciones milagrosas y expulsando demonios. En el Evangelio de hoy, escuchamos cómo otra persona había sido llevada a Jesús para ser sanada. Pero antes incluso de abordar la parálisis del hombre, Jesús primero le dice: "Tus pecados te son perdonados" (Marcos 2:5). Este es el tipo de Salvador que es Jesús. Su poder divino se extiende más allá de las necesidades físicas para tocar también las profundas heridas espirituales que el pecado inflige en nuestros corazones.

Dios todavía lleva a cabo esta misión de perdón y sanación hoy. A través del poder del Espíritu que obra en la Iglesia, él todavía irrumpe en la vida de las personas con el poder liberador de la misericordia divina. Al igual que la gente en Galilea, también nosotros venimos a Jesús con nuestros corazones heridos y nuestra necesidad de perdón. Y como lo hizo entonces, todavía hoy perdona.

Jesús quiere perdonarnos. Él quiere perdonarte, no importa cuán intrascendentes o graves pienses que son tus pecados. Todo lo que te pide es que vengas a él para que puedas experimentar la libertad y la curación que vino a traer.

Hoy, en oración, pide perdón al Señor. Esto puede parecer difícil de hacer a veces. El diablo siempre está tratando de evitar que busques la misericordia de Dios. Él siempre está tratando de convencerte de que te condenes a ti mismo y te desanimes de ser perdonado. Él quiere que pienses que debes arreglarte a ti mismo para que Dios te ame. Pero todo esto son mentiras.

Así que confiesa tus pecados. Es cierto que solo Dios puede perdonar, ¡pero también es cierto que no se detiene! Jesús anhela sanar tu corazón herido. Él anhela liberarte de tu carga de culpa. Acepte su oferta, hoy.

"Jesús, gracias por perdonar mis pecados". Amén (Extracto TWAU)

Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.»  Amén  Lucas 7,16

Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer.

Vos me disteis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es Vuestro: disponed de ello según Vuestra Voluntad.

Dadme Vuestro Amor y Gracia, que éstas me bastan. Amén.

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