
Unos minutos con Dios
Santa Teresa de Jesús (1515-1582)
Nace Teresa en Ávila el 28 de marzo de 1515. A los dieciocho años, entra en el Carmelo. A los cuarenta y cinco años, para responder a las gracias extraordinarias del Señor, emprende una nueva vida cuya divisa será: «O sufrir o morir». Es entonces cuando funda el convento de San José de Ávila, primero de los quince carmelos que establecerá en España. Con san Juan de la Cruz, introdujo la gran reforma carmelitana. Sus escritos son un modelo seguro en los caminos de la plegaria y de la perfección. Murió en Alba de Tormes, al anochecer del 4 de octubre de 1582. San Pablo VI la declaró doctora de la Iglesia el 27 de septiembre de 1970.
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia:
Primera lectura Romanos 2, 1-11
No tienes disculpa tú, quienquiera que seas, que te constituyes en juez de los demás, pues al condenarlos, te condenas a ti mismo, ya que tú haces las mismas cosas que condenas; y ya sabemos que Dios condena justamente a los que hacen tales cosas.
Tú, que condenas a los que hacen las mismas cosas que haces tú, ¿piensas que vas a escapar del juicio de Dios? ¿Por qué desprecias la bondad inagotable de Dios, su paciencia y su comprensión, y no te das cuenta de que esa misma bondad es la que te impulsa al arrepentimiento?
Pues por la dureza de tu corazón empedernido, vas acumulando castigos para el día del castigo, en el que Dios se manifestará como justo juez y pagará a cada uno según sus obras. A los que buscaron la gloria y el honor que no se acaban, y perseveraron en hacer el bien, les dará la vida eterna; en cambio, a los que por egoísmo se rebelaron contra la verdad y cometieron injusticias, les dará un castigo terrible.
Todo aquel que haga el mal, el judío primeramente, pero también el no judío, tendrá tribulación y angustia; en cambio, todo aquel que haga el bien, el judío primeramente, pero también el no judío, tendrá gloria, honor y paz, porque en Dios no hay favoritismos.
Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia ……
Señor, Justo Juez, me presento ante ti con humildad y un corazón expuesto. He escuchado la advertencia de tu apóstol Pablo, y en mi interior reconozco la verdad de sus palabras. Muchas veces me he erigido como juez de los demás, señalando sus faltas y condenando sus errores, mientras yo mismo cometo las mismas cosas. Perdóname, Padre, por mi hipocresía, por mi ceguera y por mi arrogancia. No quiero acumular castigo por la dureza de mi corazón, sino que anhelo el arrepentimiento que tu infinita bondad me ofrece. Ayúdame a recordar que tu paciencia y comprensión son un llamado a la conversión, no una excusa para seguir pecando.
Te ruego, Señor, que me des un espíritu de discernimiento para mirarme a mí mismo antes de mirar a los demás. Que cada vez que la tentación de juzgar me asalte, yo recuerde la justicia que me espera a mí también. Ayúdame a buscar la gloria, el honor y la paz que provienen de hacer el bien, y a rechazar el egoísmo que me rebela contra tu verdad. Que mi corazón sea blando y arrepentido, capaz de reconocer mi necesidad de tu gracia, para que pueda extender esa misma gracia a los demás. No hay favoritismos en tu juicio, Señor, y mi única esperanza reside en tu misericordia. Amén.
Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «"Que pueda ver en cada persona un reflejo de tu creación, a pesar de las oscuridades que a veces los cautivan."» Amén
Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
Nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
Bondad inmensa;
pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
Quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
id, dichas vanas,
aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta. Amén.