El ayuno en Cuaresma

March 2, 2018
Todos los años, el Miércoles de Ceniza, escuchamos hablar del ayuno en el evangelio. Poco después, el domingo siguiente, leemos en el evangelio las tentaciones de Jesús, y precisamente la primera ocurre después de un período de ayuno. En nuestros días que la práctica del ayuno está muy mitigada en la Iglesia católica de rito romano, no así en el rito oriental o en las Iglesias ortodoxas. Y esto se da junto con un decaimiento de la fe y de la vida espiritual de los fieles, que arrastra a nuestra sociedad a una crisis moral sin precedentes, ya que la Iglesia deja de ser levadura y sal para el mundo. ¿Hay alguna relación entre todo esto? ¿Nos puede ayudar la Cuaresma, y en particular el ayuno, en nuestros días? El ayuno de Cristo  En primer lugar, Cristo ayunó en el desierto. Los comentarios modernos al evangelio –hechos no desde la fe, sino desde un racionalismo influido por el protestantismo liberal– han negado que sean históricas las tentaciones del Señor en el desierto. Así, dicen que se deben leer como un resumen en el que se describe la incompatibilidad de la vida del Señor con el mal. Para ello, la primera comunidad habría escrito esta escena, sin que en realidad ocurriese exactamente. Pero quien opina así niega la realidad del demonio y de lo sobrenatural en la vida de Cristo y de las personas. Si en la vida de Cristo, tal como aparece en el evangelio, se da un combate personal contra el demonio, interpretar las tentaciones de Jesús en el desierto como meros pasajes simbólicos va contra la realidad que se dio en la vida del Mesías (y en nuestras vidas a diario) del combate contra las tentaciones del malo, tal como se dice en el Padre nuestro. Así, por ejemplo, hay otras maneras de leer este evangelio de las tentaciones en el desierto. Quien conozca el libro El Señor de Romano Guardini recordará que este autor cita la descripción que los médicos hacen del ayuno total, que es mortal después de los 40 días sin ingerir alimento. En una primera etapa se siente una gran hambre, y viene a durar una semana aproximadamente. Después desaparece esta sensación y el cuerpo empieza a consumir las proteínas propias, y cuando estas se acaban sobreviene una gran sensación de hambre y la persona se encuentra en una situación de extrema debilidad psicológica. En este estado es en el que se encontraba el Señor al final del ayuno cuando vino el demonio a decirle: «Haz que estas piedras se conviertan en panes», a lo que responde el Señor: «No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». El ayuno de los cristianos  Esta primera tentación de Cristo da el sentido del ayuno en la Cuaresma. Es obvio que no se debe llevar al extremo de la huelga de hambre total, sino que nos conviene asomarnos a la tradición de la Iglesia, especialmente a la de los llamados Padres del desierto, los anacoretas, para vivir el ayuno cuaresmal. La tradición de la Iglesia ha propuesto como días de ayuno los miércoles y los viernes. En nuestros días, en la Iglesia de rito romano solo hay dos días con precepto de ayuno: son el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, pero se puede afirmar que esto es claramente insuficiente para vivir el espíritu del santo tiempo de Cuaresma. Si la fe no nos mueve a la generosidad en la vida espiritual, quizá nos falte viveza y audacia en esta fe que profesamos. El fin es prescindir de las cosas, y especialmente de la comida, para hacer de la Palabra de Dios el alimento. Por eso, los días de ayuno son días de mayor vivencia y estudio de la Palabra. Si solo se abstiene uno de comer, pero no medita más el Antiguo o el Nuevo Testamento, no hace ayuno cristiano. ¿Y por qué abstenerse de la comida? ¿Es ayuno abstenerse de otras cosas? Tipos de gula  Privarse de la comida es un signo importante porque el ayuno nos hacer vencer al demonio de la gula. Y aquí es importante distinguir entre pecados, vicios y demonios. Pecado mortal de gula es comer de modo desmesurado, lo que se llama en la tradición de los anacoretas la locura del estómago. El vicio de la gula parte de una actitud interior del hombre: su vida está dominada por el apetito sensible y concupiscible, lo que le hace vivir sometido a la concupiscencia que empieza por lo placentero. Obviamente esto va acompañado de otros vicios como la pereza, y es fácil que este hombre además caiga en la ira, enfadándose cuando no le salen las cosas como él quiere o le sacan de su estado de comodidad. Y no es raro, y esto es un punto muy claro en la tradición cristiana, que quien está dominado por el apetito de la gula caiga también bajo la influencia del demonio de la fornicación. Los Padres de la Iglesia sabían esto, pues en sus celdas tenían la ocasión de conocer muy bien la táctica del enemigo. De ahí la importancia que daban al ayuno como el primer demonio que había que vencer para tener templanza (dominio de sí) y discreción (medida de las cosas, relacionada con la prudencia), virtudes esenciales para vivir la caridad, que es el fin de la vida cristiana. Así distinguían tres tipos de gula: la ya mencionada locura del estómago, la de comer manjares muy refinados y la de comer entre horas. Y mediante el ayuno vencían estos tres tipos. Es simpático reconocer que, cuando uno ayuna de verdad, esto es, se priva del desayuno y de la comida, para sentir un mínimo de hambre y de debilidad, le ataca con una fuerza especial la tentación de comer fuera de horas, y le vienen unas ganas tremendas, por ejemplo, de pegarle un pellizco al pan mientras está poniendo la mesa a la hora de cenar. Con una sonrisa interior, es necesario, para tener la templanza, resistir estos difíciles momentos… El ayuno debe ser discreto, esto es, mesurado, discernido. Decían los anacoretas que algunos padres que ayunaban mucho lo echaban todo a perder cuando, al final del ayuno, caían en la locura del estómago o en la ira al no poder aguantar más. La discreción es la medida para que el ayuno llegue al fin para el que lo que lo practicamos. La medida es experimentar algo de debilidad sin que se dañe la salud. No desayunar y no comer en esos días es un ayuno que toda persona que no esté enferma puede hacer, sin que los demás se enteren. Y se puede hacer dos veces por semana. Al llegar a la hora de la cena, uno se encuentra un poco, nada más que un poco flojo… Pero ¿no comen menos en muchos lugares del mundo y trabajan mucho más? Practicar el ayuno y vencer las tentaciones puede ser una práctica muy eficaz esta Cuaresma. Contemplemos a Cristo, que lo hizo en el desierto. Javier Igea López-Fando fuente: Magníficat  ⇐ haz un click

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