Unos minutos con Dios.
San Hilario (315-367)
Nació en Poitiers a principios del siglo IV; hacia el año 350 fue elegido obispo de su ciudad; luchó con valentía contra los arrianos y fue desterrado a Oriente por el emperador Constancio. Escribió varias obras llenas de sabiduría y de doctrina, destinadas a consolidar la fe católica y a la interpretación de la Sagrada Escritura. Murió en el año 367.
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia:
Evangelio según San Marcos 2, 13-17
En aquel tiempo, Jesús salió de nuevo a caminar por la orilla del lago; toda la muchedumbre lo seguía y él les hablaba. Al pasar, vio a Leví (Mateo), el hijo de Alfeo, sentado en el banco de los impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él se levantó y lo siguió.
Mientras Jesús estaba a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaron a la mesa junto con Jesús y sus discípulos, porque eran muchos los que lo seguían. Entonces unos escribas de la secta de los fariseos, viéndolo comer con los pecadores y publicanos, preguntaron a sus discípulos: “¿Por qué su maestro come y bebe en compañía de publicanos y pecadores?”
Habiendo oído esto, Jesús les dijo: “No son los sanos los que tienen necesidad del médico, sino los enfermos. Yo no he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores”.
Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia…….
Señor, no tuviste pena de sentarte a comer y beber en compañía de publicanos y pecadores. Has venido a llamarnos, aquellos que estamos enfermos física y espiritualmente. Vienes a ofrecernos tu amor y perdón y así como a Mateo nos dices, ¡sígueme! Amén
Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: ‹‹Yo no he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores›› Amén
Madre del Redentor, Virgen fecunda
puerta del Cielo
siempre abierta,
estrella del mar
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración
de cielo y tierra,
engendraste a tu Santo Creador,
y permanecés siempre Virgen,
recibe el saludo del ángel Gabriel
y ten piedad de nosotros pecadores. Amén.
Lectura Espiritual
No necesitan médico los sanos, sino los enfermos
Dice el apóstol Pablo: «Despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del hombre nuevo. Ya no me comporto como un publicano, ya no soy el viejo Leví; me he despojado de Leví revistiéndome de Cristo. Huyo de mi vida primera; solo quiero seguirte a ti, Señor Jesús, que curas mis heridas. ¿Quién me separará del amor de Dios que hay en ti? ¿La tribulación? ¿La angustia? ¿El hambre? Estoy unido a ti por la fe como con clavos, me has sujetado con las buenas trabas del amor. Todos tus mandatos serán como un cauterio que llevaré aplicado sobre mi herida; el remedio muerde, pero quita la infección de la herida. Corta, Señor, con tu espada poderosa la podredumbre de mis pecados; ven pronto a cortar las pasiones escondidas, secretas, variadas. Purifica cualquier infección con el baño nuevo.
Escuchadme, hombres pegados a la tierra, que tenéis el pensamiento embotado por vuestros pecados. También yo, Leví, estaba herido por pasiones semejantes. Pero he encontrado a un médico que habita en el cielo y que derrama sus remedios sobre la tierra. Solo él puede curar mis heridas porque él no tiene esas heridas; solo él puede quitar al corazón su dolor y al alma su languidez porque conoce todo lo que está escondido».
San Ambrosio
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