Unos minutos con Dios.
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia:
Evangelio según San Lucas 5, 27-32
En aquel tiempo, vio Jesús a un publicano, llamado Leví (Mateo), sentado en su despacho de recaudador de impuestos, y le dijo: “Sígueme”. Él, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.
Leví ofreció en su casa un gran banquete en honor de Jesús, y estaban a la mesa, con ellos, un gran número de publicanos y otras personas. Los fariseos y los escribas criticaban por eso a los discípulos, diciéndoles: “¿Por qué comen y beben con publicanos y pecadores?” Jesús les respondió: “No son los sanos los que necesitan al médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan”.
Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia ……
Señor, que bien conoces mi corazón. Que hermoso este tiempo que me das para enderezar mi vida hacia el Padre. Me arrepiento de haber negado a Dios con mi pensamiento y omisiones, y con mis obras tibias. Me arrepiente por mi falta de entrega y amor, y por no haber cumplido con su plan perfecto para mí en el camino a la santidad.
Rnuevo mi compromiso a su llamado y doy gracias por la oportunidad que este nuevo día me ofrece. Gracias Señor por la oportunidad para enfocar mi vida hacia Él, tomándolo de la mano y confiando en su infinita misericordia. Amén
Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: (Misericordia quiero y no sacrificios, dice el Señor; pues no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.) Mc 9,7 Amén
Memorare
Acordaos, oh piadosísima Virgen María,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido
a tu protección,
implorando tu asistencia
y reclamando tu socorro,
haya sido abandonado de ti.
Animado con esta confianza,
a ti también acudo, oh Madre,
Virgen de las vírgenes,
y aunque gimiendo
bajo el peso de mis pecados,
me atrevo a comparecer
ante tu presencia soberana.
No deseches mis humildes súplicas,
oh Madre del Verbo divino,
antes bien, escúchalas
y acógelas benignamente. Amén
Para las lecturas del día oprime aquí.
¡Señor, danos sacerdotes! ¡Señor, danos sacerdotes santos! ¡Señor, danos muchos y muy santos sacerdotes! ¡Señor danos muchas y muy santas vocaciones religiosas!
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