July 11, 2022
Unos minutos con Dios.
Memoria de San Benito, abad
Benito (Nursia, c. 480 - Montecassino, c. 547) fue el fundador del monacato occidental. Cautivado e impulsado por el Espíritu, abrazó en su edad juvenil un período de absoluta soledad en una cueva de Subiaco; su fama le atrajo algunos discípulos, para los que organizó la vida cenobítica. Primero, en pequeños monasterios y, después, en el célebre cenobio de Montecassino. Su Regla reasume sabiamente la tradición monástica oriental y la adapta con discreción al mundo latino. Esta escuela de servicio al Señor se construye en torno a la lectura amorosa de la Palabra de Dios [lectio divina), a la liturgia de alabanza desarrollada de manera oral y al trabajo realizado en un clima de caridad fraterna, de humilde y obediente servicio. Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia: Evangelio según San Mateo 10, 34–11, 1 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus apóstoles: “No piensen que he venido a traer la paz a la tierra; no he venido a traer la paz, sino la guerra. He venido a enfrentar al hijo con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra; y los enemigos de cada uno serán los de su propia familia. El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. El que salve su vida, la perderá y el que la pierda por mí, la salvará. Quien los recibe a ustedes, me recibe a mí; y quien me recibe a mí, recibe al que me ha enviado. El que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta; el que recibe a un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo. Quien diere, aunque no sea más que un vaso de agua fría a uno de estos pequeños, por ser discípulo mío, yo les aseguro que no perderá su recompensa’’. Cuando acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, Jesús partió de ahí para enseñar y predicar en otras ciudades. Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia… ¿Quiero yo salvar mi vida o perderla? ¿Estoy yo listo a perderla, o me aferro a ella por miedo a perderla? Esta es quizá la condición básica para el discipulado. Pido la gracia de saber como perder mi vida por causa de Jesús, el Señor. Suplico también a nuestro Dios insistentemente para recibir su amor para obtener la libertad interior de mi corazón, y por el coraje de ser fiel al llamado que he recibido de Dios, de ir y anunciar la Buena Nueva. Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy. Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: <<El que salve su vida, la perderá y el que la pierda por mí, la salvará.>> (Mt. 10, 39)Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.