Jueves de la V semana de Cuaresma

April 7, 2022

Unos minutos con Dios.

Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia: Evangelio según de San Juan 8, 51-59 En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: “Yo les aseguro: el que es fiel a mis palabras no morirá para siempre”. Los judíos le dijeron: “Ahora ya no nos cabe duda de que estás endemoniado. Porque Abraham murió y los profetas también murieron, y tú dices: ‘El que es fiel a mis palabras no morirá para siempre’. ¿Acaso eres tú más que nuestro padre Abraham, el cual murió? Los profetas también murieron. ¿Quién pretendes ser tú?” Contestó Jesús: “Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, aquel de quien ustedes dicen: ‘Es nuestro Dios’, aunque no lo conocen. Yo, en cambio, sí lo conozco; y si dijera que no lo conozco, sería tan mentiroso como ustedes. Pero yo lo conozco y soy fiel a su palabra. Abraham, el padre de ustedes, se regocijaba con el pensamiento de verme; me vio y se alegró por ello”. Los judíos le replicaron: “No tienes ni cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?” Les respondió Jesús: “Yo les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy”. Entonces recogieron piedras para arrojárselas, pero Jesús se ocultó y salió del templo. Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia…….. Señor Jesucristo, tú eres el mismo ayer, hoy y siempre! Tú eres el único en el que podemos anclar con seguridad nuestra vida. Tú nos has justificado no por nuestras obras, sino con la fuerza de la fe, con el don de tu gracia. Queremos vivir contigo y en ti sólo para Dios Padre. Queremos vivir crucificados a tu amor inconcebible y vivir y morir de este amor, morir para vivir. Que no prevalezca el hombre de carne y sangre, ni el ídolo de nuestro yo, sino que tú, sólo tú, seas nuestra vida; tú, nuestra santificación; tú, nuestro indecible gozo, amándote hasta el extremo como tú nos has amado. ¡Oh Cristo!, no has muerto en vano, ya que tu amor nos ha hecho revivir y renacer y nosotros -crucificados y libres creemos firmemente en ti, verdadero hermano nuestro, que desde siempre y por siempre eres Dios. Cristo, tú eres el único, el Señor; todo ha comenzado en ti, todo llegará a pleno cumplimiento en ti. Amén (SCDE) Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy. Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «En verdad, en verdad os digo: el que acepta mi palabra, no morirá nunca.» Amén

Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén

Lectura Espiritual

Abraham se regocijaba con el pensamiento de verme

Isaac dijo a Abraham, su padre: ¡Padre!, tenemos el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto? Abraham respondió: Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío. Esta respuesta de Abraham, cierta y prudente a la vez, me conmueve. No sé lo que vio en espíritu, porque no habla del presente sino del futuro cuando dice: Dios proveerá. Su hijo le interroga sobre el presente y él le habla del futuro. El Señor mismo proveería el cordero en la persona de Cristo. Abraham extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo. Con qué generosidad tan magnífica rivaliza Dios con los hombres. Abraham ofreció al hijo mortal que, de hecho, no murió, mientras que Dios entregó al Hijo inmortal a la muerte para rescatar a los hombres. Abraham levantó entonces la vista y vio un carnero enredado por los cuernos en un matorral. Cristo es la Palabra de Dios, pero la Palabra se hizo carne… Cristo sufre en la carne; padece la muerte en su carne, simbolizada aquí por el carnero. Como dice Juan: Este es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo. La Palabra permaneció en la incorruptibilidad; es Cristo. Orígenes

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