January 25, 2021
Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén
Origen de la oración. James Mearns, himnólogo inglés, la encontró en un manuscrito del Museo Británico que se remonta aproximadamente al año 1370. En la biblioteca de Aviñón se preserva un devocionario del Cardenal Peter de Luxemburgo, quien murió en 1387, que contiene el “Alma de Cristo” prácticamente de la misma forma en que la tenemos hoy. También se halló grabada en una de los portones del Alcázar de Sevilla, lo que nos hace recordar la época de Don Pedro el Cruel (1350-69). Esta oración era tan conocida y tan popular en la época de San Ignacio, que él solo la menciona en la primera edición de sus "Ejercicios Espirituales", suponiendo evidentemente que el ejercitante o lector ya la conocía. La oración se imprimió en su totalidad en las ediciones posteriores. Al suponer que San Ignacio escribió todo el libro, se le llegó a considerar como el creador de la oración. Todo esto ha sido narrado extensamente por Guido Dreves (Stimmen aus María – Laach LIV, 493) y B.. Baesten (Précis Historiques, XXXII, 630). fuente: ENCICLOPEDIA CATOLICA