July 16, 2021
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Unos minutos con Dios
Empezamos la oración de la mañana: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios. Si es necesario, léala de nuevo usando tu propia Biblia: Evangelio según San Mateo 12, 1-8 Un sábado, atravesaba Jesús por los sembrados. Los discípulos, que iban con él, tenían hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerse los granos. Cuando los fariseos los vieron, le dijeron a Jesús: “Tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado”. El les contestó: “¿No han leído ustedes lo que hizo David una vez que sintieron hambre él y sus compañeros? ¿No recuerdan cómo entraron en la casa de Dios y comieron los panes consagrados, de los cuales ni él ni sus compañeros podían comer, sino tan sólo los sacerdotes? ¿Tampoco han leído en la ley que los sacerdotes violan el sábado porque ofician en el templo y no por eso cometen pecado? Pues yo digo que aquí hay alguien más grande que el templo. Si ustedes comprendieran el sentido de las palabras: Misericordia quiero y no sacrificios, no condenarían a quienes no tienen ninguna culpa. Por lo demás, el Hijo del hombre también es dueño del sábado’’. Oración: dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo de corazón a Corazón; intercede por tu familia… Ayúdame, Señor Jesús, a vivir y experimentar profundamente el don de tu amor misericordioso y así con tu bendita gracia ser misericordioso con los demás como tu lo eres conmigo y ser un reflejo de tu generosidad, de tu bondad, de tu amor personal e incondicional con cada uno de nosotros. Señor mío y Dios mío, tu eres mi Dios, eres mi salvador, eres el dueño de mi vida, eres el creador de todo lo que mis ojos alcanzan a ver y lo que no pueden ver. Contempla la Palabra de Dios (en silencio, deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy. Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: <<Porque el Hijo del hombre es señor del Sábado>> (Mateo 12, 8) Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén. Para las lecturas del día, por favor vaya aquí.Lectura Espiritual
Piensa en Jesús en los maizales en el Sabbat: ¿qué hacía allí? ¿Cómo era para los discípulos estar en su compañía? Ponte a ti mismo en la escena y escucha, mira, siente con tu corazón. Jesús no estaba preocupado de lo que limitaba a los Fariseos, pero confiaba en su comprensión del corazón de Dios. Para los Fariseos la observancia meticulosa de todas sus tradiciones era el valor más importante, aún más que ser misericordioso y sensible a las necesidades concretas de los otros. Jesús les demuestra que incluso en el Antiguo Testamento, Dios pensaba de otra manera, porque Él desea misericordia más que sacrificio. En el mundo incierto de hoy esta podría también ser una tentación muy real: si cumplo la ley escrupulosamente, me puedo sentir bien frente a Dios. Sin embargo, Jesús nos desafía a pensar y actuar de otra manera. Ahora mismo, sin embargo, es Emanuel (“Dios con nosotros”) que camina en la tierra y en sus campos de maíz (alguien más grande, también, que el mismo Rey David).