Unos minutos con Dios.
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia:
Evangelio según San Marcos 1, 40-45
En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: “Si tú quieres, puedes curarme”. Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: “¡Sí quiero: sana!” Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio.
Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: “No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés”.
Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios, a donde acudían a él de todas partes.
Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia ……
Señor Jesús, yo tengo la certeza de que solamente tú puedes sanar lo mas profundo de mi alma y mi ser. Libérame y transfórmame en una creatura nueva. Extiende tu mano y tócame. Tantas veces soy cancelado por mi forma de pensar y actuar. Se que no tengo lepra, pero a veces me siento como si la tuviera. Soy juzgado, apartado y perseguido por mi forma de ser.
Perdón, por mis pecados y mi falta de hablar y defender tu palabra. Perdón por las veces que nuevamente caigo al abismo de silencio e inacción. Perdón, Señor.
Hoy acudo nuevamente a ti para que me sanes y liberes de esa lepra. Quiero volver a ser restaurado como hijo del Dios mas alto…el Dios de Israel… el Dios de David. El Dios que todo lo puede.
Deseo que me sanes. En ti confió. Solamente en ti Señor. Amén
Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.» (Lc 7,16)
Toma, Señor,
y recibe mi libertad,
mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer.
Tú me lo diste,
a Ti, Señor, lo torno;
todo es tuyo;
dispón de ello
conforme a tu voluntad.
Dame tu amor y gracia,
que esto me basta. Amén.
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¡Señor, danos sacerdotes! ¡Señor, danos sacerdotes santos! ¡Señor, danos muchos y muy santos sacerdotes! ¡Señor danos muchas y muy santas vocaciones religiosas!
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