May 5, 2019

Unos minutos con Dios.
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia: Libro de los Hechos de los Apóstoles 5,27b-32.40b-41. En aquellos días, el sumo sacerdote reprendió a los apóstoles y les dijo: "Les hemos prohibido enseñar en nombre de ese Jesús; sin embargo, ustedes han llenado a Jerusalén con sus enseñanzas y quieren hacernos responsables de la sangre de ese hombre". Pedro y los otros apóstoles replicaron: "Primero hay que obedecer a Dios y luego a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien ustedes dieron muerte colgándolo de la cruz. La mano de Dios lo exaltó y lo ha hecho jefe y Salvador, para dar a Israel la gracia de la conversión y el perdón de los pecados. Nosotros somos testigos de todo esto y también lo es el Espíritu Santo, que Dios ha dado a los que lo obedecen". Los miembros del sanedrín mandaron azotar a los apóstoles, les prohibieron hablar en nombre de Jesús y los soltaron. Ellos se retiraron del sanedrín, felices de haber padecido aquellos ultrajes por el nombre de Jesús. Salmo 29, 2 y 4. 5 y 6. 11 y 12a y 13b R. Te alabaré, Señor, eternamente. Aleluya. Te alabaré, Señor, pues no dejaste que se rieran de mí mis enemigos. Tú, Señor, me salvaste de la muerte ya punto de morir, me reviviste. R. Te alabaré, Señor, eternamente. Aleluya. Alaban al Señor quienes lo aman, den gracias a su nombre, porque su ira dura un solo instante y su bondad, toda la vida. El llanto nos visita por la tarde; por la mañana, el jubilo. R. Te alabaré, Señor, eternamente. Aleluya. Escúchame, Señor, y compadécete; Señor, ven en mi ayuda. Convertiste mu duelo en alegría, te alabaré por eso eternamente. R. Te alabaré, Señor, eternamente. Aleluya. Apocalipsis 5,11-14. Yo, Juan, tuve una visión, en la cual oí alrededor del trono de los vivientes y los ancianos, la voz de millones y millones de ángeles, que cantaban con voz potente: "Digno es el Cordero, que fue inmolado, de recibir el poder y la riqueza, la sabiduría y la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza". Oí a todas las creaturas que hay en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar –todo cuanto existe–, que decían: "Al que está sentado en el trono y al Cordero, la alabanza, el honor, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos". Y los cuatro vivientes respondían: "Amén". Los veinticuatro ancianos se postraron en tierra y adoraron al que vive por los siglos de los siglos. Evangelio según San Juan 21,1-19.
Para la Lectura Espiritual
San Juan Pablo II
Me amas?
Para siempre, hasta el fin de su vida, Pedro hizo su camino acompañado de esta triple pregunta: ¿Me amas? Y todas sus actividades fueron conformes a la respuesta que había dado en su momento: cuando fue llamado a comparecer delante del Sanedrín; cuando fue encarcelado en Jerusalén… Y cuando en Roma hubo perseverado hasta el fin de sus días, conoció la fuerza de las palabras según las que Otro le conduciría allí donde él no querría. Pedro no quiso nunca desprenderse de esta pregunta: ¿Me amas? Dondequiera que iba la llevaba con él. Y la lleva a través de los siglos, a través de las generaciones. En medio de pueblos nuevos y nuevas naciones. En medio de lenguas y razas siempre nuevas. Él la lleva solo y, sin embargo, no está nunca solo, otros la llevan con él. Ha habido y hay muchos hombres y mujeres que han sabido y saben todavía hoy que toda su vida tiene valor y sentido solamente en la medida en que es una respuesta a esta misma pregunta: ¿Me amas? Ellos han dado y dan su respuesta de manera total y perfecta –una respuesta heroica– o bien, de manera común, ordinaria. Pero en todo caso saben que su vida, que la vida humana en general, tiene valor y sentido en la medida en que es respuesta a esta pregunta: ¿Me amas? Solo por esta pregunta la vida vale la pena ser vivida.