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Unos minutos con Dios
Solemnidad de Nuestra Señora de Guadalupe, Emperatriz de América y Patrona de México
Hoy la Iglesia y América están de fiesta, como cada 12 de diciembre nuestros corazones se vuelven con alegría y confianza hacia la mirada dulce de Santa María de Guadalupe, la “Madre del verdadero Dios por quien se vive”, Madre nuestra, Madre y Patrona de México, Emperatriz de América. Preparándonos para celebrar el nacimiento del Hijo de Dios en la Navidad, hoy celebramos a la Madre Inmaculada que mereció llevar en su seno a Jesús, nuestro Señor y Salvador. Este día, miles de fieles acuden ante su altar para orar, venerar o simplemente como niños sentir la ternura, amparo y el cariño maternal de La Guadalupana.
“¡Salve Madre de América! Celestial misionera del Nuevo Mundo, que desde el Santuario del Tepeyac has sido, durante más de cuatro siglos, Madre y Maestra en la fe de los pueblos de América. Sé también su amparo y sálvalos oh, Inmaculada María; asiste a sus gobernantes, infunde nuevo celo a sus Prelados, aumenta las virtudes en el clero; y conserva siempre la fe en el pueblo”
(Oración compuesta por el Beato Juan XXIII en honor a Santa María de Guadalupe)
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia: Evangelio según San Lucas 3, 10-18 En aquel tiempo, la gente le preguntaba a Juan el Bautista: “¿Qué debemos hacer?” Él contestó: “Quien tenga dos túnicas, que dé una al que no tiene ninguna, y quien tenga comida, que haga lo mismo”. También acudían a él los publicanos para que los bautizara, y le preguntaban: “Maestro, ¿qué tenemos que hacer nosotros?” Él les decía: “No cobren más de lo establecido”. Unos soldados le preguntaron: “Y nosotros, ¿qué tenemos que hacer?” Él les dijo: “No extorsionen a nadie, ni denuncien a nadie falsamente, sino conténtense con su salario”. Como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: “Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Él tiene el bieldo en la mano para separar el trigo de la paja; guardará el trigo en su granero y quemará la paja en un fuego que no se extingue”. Con éstas y otras muchas exhortaciones anunciaba al pueblo la Buena Nueva. Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia……. ¿Qué debo hacer Señor Jesús? Quiero hacer tu voluntad cada día de mi existencia, pero con mis propias fuerzas claudicaré no podré. Tu amor, tu generosidad, tu misericordia, tu Santo Espíritu y tu bendita gracia me ayuden a intentarlo cada día. Enséñame, Señor Jesús a entender mi presente, enséñame a verte actuar en mi “hoy”, en este Adviento, tiempo de alegría y esperanza, a verte actuar en mis hermanos y hermanas, especialmente en los que más necesitan de mí. Mi alegría arraigada en la esperanza de tu venida Señor Jesús se exprese en mi actitud con todos, en el esfuerzo por lograr hermandad con cada hermano que encuentre. Amén Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy. Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: <<Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres>> (Fil 4,4).Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Amén
Lectura Espiritual
La alegría es oración. La alegría es fuerza. Es como una red de amor que coge a las almas. Dios ama al que da con alegría. El que da con alegría, da más. No hay mejor manera de manifestar nuestra gratitud a Dios y a los hombres que aceptar todo con alegría. Un corazón ardiente de amor es necesariamente un corazón alegre. No dejéis nunca que la tristeza se apodere de vosotros hasta el punto de olvidar la alegría de Cristo resucitado. Continuad dando a Jesús a los demás, no con palabras sino con el ejemplo, por el amor que os une a él, irradiando su santidad y difundiendo su amor profundo, id por todas partes a llevar la Alegría del Evangelio. Que vuestra fuerza no sea otra que la alegría de Jesús. Vivid felices y en paz. Aceptad todo lo que él da y dad todo lo que él toma con una gran sonrisa (Madre Teresa).