Unos minutos con Dios.
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia:
Evangelio según San Lucas 11, 27-28
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la multitud, una mujer del pueblo, gritando, le dijo: “¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!” Pero Jesús le respondió: “Dichosos todavía más los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica”.
Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia……..
Señor, tú nos has creado para tu gloria, y nuestro corazón esta inquieto hasta que repose en ella. Ayúdame a poner el primado de la escucha de tu palabra en mi vida, permite a mi boca y mi corazón el silencio necesario para que comprenda, medite y acoja plenamente tu palabra, concédeme las energías de tu Espíritu Santo, para que observe yo tu palabra asta transformar mi vida, Amen,
Palabra. Concédeme las energías de tu Espíritu Santo, para que observe yo tu Palabra hasta transformarla en vida.
Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra. «Que yo sea feliz escuchándote y viviendo tu Palabra» Amén
Dios te salve María,
llena eres de gracia
El Señor es contigo,
bendita tu eres entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María Madre de Dios,
ruega por nosotros pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Para las lecturas del día, por favor vaya aquí.
Lectura Espiritual
Fe, oración y contemplación atestiguan que reconocemos la presencia del Espíritu en todo, por todas partes y siempre. Fe y oración manifiestan el secreto convencimiento de que todo tiene su origen en el amor eterno del Padre, que todo se mantiene en el ser por la soberanía de Cristo Señor -por quien todo fue hecho (Jn 1,3) y en el que todo subsiste (Col 1,16)- y que en lo más íntimo de sí mismo todo es movido por el impulso del Espíritu.
La vida de cada hombre, y en especial la vida del cristiano, es oración y contemplación por la fe en la santa Presencia. Esta fe es la respiración del hombre interior. Su alma vive y respira en el Espíritu, del mismo modo que su cuerpo vive y respira en la atmósfera que le rodea. En cada una de sus acciones, físicas o mentales, inspira y espira -por así decirlo- el Espíritu que lo llena todo, dentro y fuera; lo recibe de continuo y siempre lo da.
En efecto, la vida del hombre es continua acogida del don de Dios y, asimismo, ofrenda constante de esta entrega a Dios y a los hombres (H. Le Saux, Risveglio).