Unos minutos con Dios.
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia:
Evangelio según San Mateo 13, 24-30
En aquel tiempo, Jesús propuso esta otra parábola a la muchedumbre: "El Reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña.
Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo: 'Señor, ¿qué no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?' El amo les respondió: 'De seguro lo hizo un enemigo mío'. Ellos le dijeron: '¿Quieres que vayamos a arrancarla?' Pero él les contestó: 'No. No sea que, al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y, cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla; y luego almacenen el trigo en mi granero' ".
Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia…….
Tu paciencia, Dios mío, tiene algo de escandaloso. Me resulta incomprensible. Va contra tus mismos intereses, en especial cuando tolera que el mal marque a tu Iglesia de manera llamativa: ¿acaso no la has constituido para que sea testigo de tu santidad? Con el corazón siempre dispuesto a señalar la viga en el ojo ajeno, aunque incapaz de aceptar tener que quitar la paja del propio, no comprendo tu modo de actuar, tal vez porque intuyo, y con razón, que me propones hacer lo mismo.
Estoy aquí, hoy, rezándote, porque sé que no soy capaz, instintivamente, de tener esta paciencia si no te pido lo que dijiste que nunca negarías: el Espíritu Santo, uno de cuyos frutos es precisamente la paciencia.
Haz, Señor, por medio de tu Espíritu, que yo comprenda lo que cuenta de verdad, a saber: que el bien se difunda, crezca, se vigorice. Hazme comprender que el mal no se arranca a fuerza de juicios, que, en el fondo, no me cuesta nada pronunciar, sino empezando yo mismo a no darle cobijo en mi corazón. "Hacer el bien" es algo más que una intención piadosa: ayúdame, Señor, a mejorar la calidad de mis relaciones con los otros, a hacer transparentes mis acciones y sincera mi profesión de fe. Junto a ti, Señor, que yo te alabe con mi misma vida. Amén.
Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: ‹‹¿Quieres que vayamos a arrancarla?›› Amén
Dios te salve, María,
llena eres de gracia;
el Señor es contigo.
Bendita Tú eres
entre todas las mujeres,
y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios,
ruega por nosotros, pecadores,
ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén