
Unos minutos con Dios.
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia:
Evangelio según San Marcos 9: 2-13
En aquel tiempo, Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías". En realidad, no sabía lo que decía, porque estaban asustados.
Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: "Éste es mi Hijo amado; escúchenlo". En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso de 'resucitar de entre los muertos'.
Le preguntaron a Jesús: "¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías?" Él les contestó: "Si fuera cierto que Elías tiene que venir primero y tiene que poner todo en orden, entonces ¿cómo es que está escrito que el Hijo del hombre tiene que padecer mucho y ser despreciado? Por lo demás, yo les aseguro que Elías ha venido ya y lo trataron a su antojo, como estaba escrito de él".
Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia…
“En realidad, no sabía lo que decía”. Marcos 9: 6
Cada persona tiene un temperamento específico que desarrolla durante toda su vida. Por ejemplo, algunos difícilmente hablan, mientras que otros piensan cuidadosamente lo que van a decir. Finalmente están esas personas que hablan mucho y ¡no siempre piensan antes de hacerlo! Pedro ciertamente era de esta última categoría. Habiendo tenido una poderosa visión de Jesús en la transfiguración, estaba sorprendido; no sabía qué decir. Sin embargo, ¡él fue el primero en decir algo!
Si tratas de seguir la vida de Pedro en los Evangelios, descubrirás que su tendencia a hablar y actuar impulsivamente es constante y de cierta forma, incluso simpática. Su humildad y devoción al dejar sus redes para seguir a Jesús (Lucas 5, 1-11), son conmovedoras. Fue el primer discípulo en identificar a Jesús como “el Mesías”, pero luego demostró que no comprendía la naturaleza sacrificial de su misión (Marcos 8, 27-33). Y al transfigurarse Jesús, Pedro lo hace de nuevo. Contemplando la gloria celestial de Jesús, Pedro incorrectamente supone una vez más que él sabe qué es lo que está sucediendo. Cree que la misión de Jesús está a punto de cumplirse, así que propone erigir un monumento para marcar aquella ocasión tan especial.
Como Pedro, todos hacemos nuestro mejor esfuerzo por comprender el plan de Dios y eso es algo bueno. Pero a veces, el secreto de una vida espiritual más profunda significa escuchar y no apresurarse a la acción. A menudo, el mundo nos dice que deberíamos movernos rápido para avanzar en cada situación que parece estar fuera de foco en nuestra vida. Pero si hacemos esto, nos arriesgamos a actuar antes de escuchar la guía y dirección del Espíritu Santo, ya sea por medio de la oración, en la Escritura o en el consejo de un hermano en Cristo.
Con el tiempo, Pedro desarrolló una actitud de esperar, escuchar y preguntar. A través de la prueba y el error, aprendió a aquietar su corazón y a discernir lo que el Espíritu Santo le inspiraba. Y esa es una gran noticia para nosotros. Al igual que Pedro, nosotros también podemos escuchar mejor, tanto a Dios como a otras personas. Todo lo que se necesita es práctica.
“Señor, te pido que me ayudes a escuchar y aprender antes que dar consejo y actuar. Por favor inspira mis palabras y acciones con sabiduría y discernimiento”. Amen.
Extracto de “La Palabra Entre Nosotros”
Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: “En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre, que decía: “Este es mi Hijo amado; escúchenlo”. Marcos 9: 7
Acordaos, ¡oh, piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido desamparado. Animado por esta confianza, a Vos también acudo, ¡oh, Madre, Virgen de las vírgenes!, y gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. ¡Oh, Madre de Dios!, no desechéis mis súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amén.
Lectura Espiritual
“Todos los evangelios son una exhortación para creer. La gran pregunta que hace Jesús a través de los evangelios es ésta: ¿Creéis? ¿Crees? El Credo con el que la Iglesia responde a esta pregunta es una realidad epocal, extraordinaria. Es la única respuesta adecuada [...] Es él, el unigénito del Padre, quien está ahora frente a los hombres y dice: Rendíos, reconoced que yo soy Dios (Sal 46: 11). No les ruega, no mendiga ni la fe ni reconocimientos, como tantos pseudoprofetas y fundadores de religiones vacías. La suya es una palabra plena de divina autoridad. No dice: Creedme, os lo ruego, escuchadme, sino que dice: Sabed que yo soy Dios. Lo queráis o no, lo creáis o no, yo soy Dios [...]”.
“Abramos el escriño de nuestro corazón y ofrezcamos a Jesús nuestra fe como don. Corde creditur: con el corazón se cree, el corazón está hecho para creer. Si nos parece que está vacío, pidamos al Padre que lo llene de fe. Nadie puede venir a mí -dice Jesús- si no le atrae el Padre (Juan 6: 44). ¿No te sientes atraído aún? Ora para ser atraído (San Agustín) [...]. La mejor fe es la que se obtiene de la oración, más que del estudio”.
Raniero Cantalamessa
¡Oren por Kerygma Comunidad Misionera Evangelizadora! ¡Que Dios nos mantenga a todos los misioneros, fieles a la misión encomendada!