Unos minutos con Dios.
Sábado de la segunda semana del tiempo ordinario
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Evangelio según San Marcos 3,20-21.
Jesús regresó a la casa, y de nuevo se juntó tanta gente que ni siquiera podían comer.
Cuando sus parientes se enteraron, salieron para llevárselo, porque decían: "Es un exaltado".
Medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, habla con Dios:
Te doy gracias, oh Dios, por todos aquellos que me has dado como amigos y por todos aquellos de quienes me has hecho amigo: hombres y mujeres que, con su presencia fiel, me han hecho conocer algo de mí mismo y algo de ti.
Te doy gracias por la alegría que han proporcionado a mis días y también por el dolor que hemos soportado juntos. Con ellos he aprendido que todo lo que comparto resulta multiplicado y que «dar» sin esperar nada a cambio se transforma en un «recibir» rebosante. Te doy gracias por todos y cada uno de mis amigos, cada uno con su particular modo de ser luz de amor y de esperanza en mi historia. Y quisiera pedirte por quienes no han conocido la amistad o ya no consiguen fiarse después de una experiencia de amistad traicionada. Hazte reconocer -siempre- a cada amigo herido tal como eres: como el Amigo. Jesús, haz resonar en el corazón de todos aquellas palabras que dijiste un día a los discípulos: «Os he llamado amigos». Amén
Dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Concédeme, Señor, el bien precioso que es un amigo» (cf. 2 Sm 1,26). Amén
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén