Miércoles de la XXI semana del Tiempo ordinario

September 4, 2019

Unos minutos con Dios.

Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia: Carta de San Pablo a los Colosenses 1,1-8. Yo, Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Timoteo, nuestro hermano, les deseamos la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, a ustedes, los hermanos santos y fieles en Cristo, que viven en Colosas. En todo momento damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, y oramos por ustedes, pues hemos tenido noticia de su fe en Jesucristo y del amor que tienen a todos los hermanos. A esto los anima la esperanza de lo que Dios les tiene reservado en el cielo. De esta esperanza oyeron hablar cuando se les predicó el Evangelio de la verdad, que está dando fruto creciente en todo el mundo, igual que entre ustedes, desde el día en que lo escucharon y tuvieron conocimiento verdadero del don gratuito de Dios. Así lo aprendieron de Epafras, que ha trabajado con ustedes y que es un fiel servidor de Jesucristo; él fue quien nos informó acerca del amor que el Espíritu Santo ha encendido en ustedes. Salmo 51, 10. 11 R. Confío para siempre en el amor de Dios. Como verde olivo en la casa de Señor, confío para siempre en el amor de Dios. R. Confío para siempre en el amor de Dios. Siempre te daré siempre gracias, Señor, por lo que has hecho conmigo. Delante de tus fieles proclamaré todo lo bueno que eres. R. Confío para siempre en el amor de Dios. Evangelio según San Lucas 4,38-44. En aquel tiempo, Jesús salió de la sinagoga y entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con fiebre muy alta y le pidieron a Jesús que hiciera algo por ella. Jesús, de pie junto a ella, mandó con energía a la fiebre, y la fiebre desapareció. Ella se levantó enseguida y se puso a servirles. Al meterse el sol, todos los que tenían enfermos se los llevaron a Jesús y él, imponiendo las manos sobre cada uno, los fue curando de sus enfermedades. De muchos de ellos salían también demonios que gritaban: "¡Tú eres el Hijo de Dios!" Pero él les ordenaba enérgicamente que se callaran, porque sabían que él era el Mesías. Al día siguiente se fue a un lugar solitario y la gente lo andaba buscando. Cuando lo encontraron, quisieron retenerlo, para que no se alejara de ellos; pero él les dijo: "También tengo que anunciarles el Reino de Dios a las otras ciudades, pues para eso he sido enviado". Y se fue a predicar en las sinagogas de Judea. Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia…….. Te damos gracias Señor por un nuevo amanecer. Gracias por tu gran misericordia nos llamaste un día a formar parte de tu familia. Tú tienes que ir a otras ciudades, a otras personas, y tú nos mandas como embajadores tuyos a llevarte a tantas personas que no te conocen, anunciándote a ti y amándolas en tu nombre.  Amén Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dis). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy. Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Confío para siempre en el amor de Dios.».(Salmo Responsorial). Amén

Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame.

¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame.

Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén.

Para la Lectura Espiritual

San Agustín Las multitudes le buscaban

Desde ahora, Señor, es a ti solo a quien amo, a ti solo a quien me uno, a ti solo a quien busco, a ti solo a quien estoy dispuesto a servir, porque solo tú mandas justamente. Deseo someterme a tus órdenes; manda, te lo ruego, lo que quieras, pero cúrame, abre mis oídos a fin de que pueda escuchar tus palabras. Recíbeme como a un fugitivo, oh Padre amantísimo. He sufrido demasiado tiempo; demasiado tiempo he estado sometido a tus enemigos y al juego de las mentiras. Recíbeme como a un siervo tuyo que quiere alejarse de todas estas cosas vanas. Siento que me es necesario volver a ti; llamo, ábreme la puerta; enséñame cómo se llega hasta ti… Es a ti a quien quiero ir, dame, pues, los medios para llegar hasta ti. ¡Si tú te alejas, perecemos! Pero tú jamás abandonas a nadie, porque eres el soberano bien; todos los que te buscan con rectitud te encuentran. Eres tú quien nos enseña a buscarte rectamente. Oh Padre mío, haz que te busque, líbrame del error, no permitas que, en mi búsqueda, encuentre otra cosa que no seas tú. Ya que no deseo nada más que a ti, haz que sea a ti solo a quien encuentre, oh Padre mío.

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