May 12, 2021
Unos minutos con Dios.
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia: Evangelio según San Juan 16, 12-15 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. Él me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”. Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia…….. Señor, arranca de mí todo aquello que no te pertenece, y aparta de mí todo lo que me ha apartado de Ti, ven Espíritu de verdad muéstranos el camino que debemos seguir enseñamos lo que necesitamos para entender tu voluntad a diario en nuestra vida, Amén. Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy. Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Todo lo que os dé a conocer lo recibirá de mí» (Jn 16,14).Padre Nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad, así en la tierra como en el cielo.
Dános hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén
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Hace varios años, tuve la oportunidad de encontrar a la madre Teresa de Calcuta. Tenía en aquel momento muchos problemas y decidí aprovechar esta ocasión para pedir consejo a la madre Teresa. Apenas nos sentamos, empecé a mostrarle todos mis problemas y dificultades, intentando convencerla de lo complicados que eran. Cuando, tras haberle expuesto elaboradas explicaciones durante unos diez minutos, me callé, la madre Teresa me miró tranquilamente y me dijo: «Bien, si dedicas una hora cada día a adorar a tu Señor y no haces nunca lo que sabes que es injusto... todo irá bien». Cuando oí estas palabras me di cuenta de improviso de que había pinchado mi globo hinchado, un globo compuesto de complicada autoconmiseración, y me había señalado, mucho más allá de mí mismo, el lugar de la verdadera curación. En realidad, me quedé tan pasmado con su respuesta que no sentí ningún deseo o necesidad de continuar. Al reflexionar sobre este breve, aunque decisivo, encuentro, me doy cuenta de que yo le había planteado una pregunta por lo bajo y ella me había dado una respuesta por lo alto. De primeras, su respuesta no parecía adecuada con respecto a mi pregunta, pero, después, empecé a comprender que su respuesta venía desde el lugar de Dios y no desde el lugar de mis lamentaciones. La mayoría de las veces reaccionamos a preguntas por lo bajo con respuestas por lo bajo. El resultado es que cada vez hay más preguntas y, con frecuencia, respuestas cada vez más confusas. La respuesta de la madre Teresa fue como una lámpara de luz en mi oscuridad. Conocí, de improviso, la verdad sobre mí mismo. H. J. M. Nouwen