December 15, 2021

Unos minutos con Dios
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia: Evangelio según San Lucas 7, 19-23 En aquel tiempo, Juan envió a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” Cuando llegaron a donde estaba Jesús, le dijeron: “Juan el Bautista nos ha mandado a preguntarte si eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro”. En aquel momento, Jesús curó a muchos de varias enfermedades y dolencias y de espíritus malignos, y a muchos ciegos les concedió la vista. Después contestó a los enviados: “Vayan a contarle a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Dichoso el que no se escandalice de mí”. Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia……. Levanta tu voz para anunciar la buena nueva: ya viene el Señor, nuestro Dios, con todo su poder. Quiero ir y anunciar a otros mis hermanos y hermanas, lo bueno que veo y oigo, por qué ahí tú estás presente, porque todo lo que nos une, las buenas acciones y actitudes, llenan mi corazón, y mi alma se alegra en ti mi Señor y mi Dios. Que todo mi ser escuche esta bendición que viene de tu corazón amoroso y misericordioso. «¡Feliz el que no duda de mí!» Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy. Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: <<Volveos a mí y os salvaréis>> (Is 45,22). Toma, Señor, y recibe toda mi libertad; Mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; Todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste y a ti lo regreso; Todo es tuyo; Todo es tuyo dispón tú de ello Según Tu voluntad. Dame Tu amor y Gracia Que éstas me bastan.Lectura Espiritual
Dios y Señor mío: atiende a mi corazón y escuche tu misericordia mi deseo, porque no sólo me abrasa en orden a mí, sino también en orden a servir a la caridad fraterna; y que así es, lo ves tú en mi corazón. Dame lo que debo ofrecer porque soy un mendigo necesitado, tú eres rico con los que te invocan. Tú, libre de toda necesidad, y que seguro cuidas de nosotros. Señor, Dios mío, luz de los ciegos y fortaleza de los débiles y también luz de los que ven y fortaleza de los fuertes, atiende a mi alma. Porque si no estuviesen aún en lo profundo tus oídos, adonde iríamos, ¿adónde clamaríamos? Si llamo a la puerta, no la cierres. Apaga mi amor, porque ya amo y esto es don tuyo. No abandones tus dones ni desprecies a tu hierba sedienta. Te conjuro por nuestro Señor Jesucristo, por medio del cual has venido en mi búsqueda; yo que no te buscaba y me has buscado para que te buscase (San Agustín, Confesiones, XI,2).