Unos minutos con Dios.
San Ambrosio de Milán, obispo y doctor de la Iglesia
Memoria de san Ambrosio, obispo de Milán, y doctor de la Iglesia, que descansó en el Señor el día cuatro de abril, fecha que en aquel año coincidía con la vigilia pascual, pero que se le venera en el día de hoy, en el cual, siendo aún catecúmeno, fue escogido para gobernar aquella célebre sede, mientras desempeñaba el oficio de Prefecto de la ciudad. Verdadero pastor y doctor de los fieles, ejerció preferentemente la caridad para con todos, defendió valerosamente la libertad de la Iglesia y la recta doctrina de la fe en contra de los arrianos, y catequizó el pueblo con los comentarios y la composición de himno.
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia:
Evangelio según San Mateo 11, 28-30
En aquel tiempo, Jesús dijo: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.
Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia ……
Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo los aliviaré. (Mateo 11:28)
Cuando nos sentimos agobiados por las exigencias de la vida, podemos ver las palabras de Jesús aquí como una invitación a una vida de consuelo y facilidad, una vida libre de cualquier dolor o sufrimiento. Pero Jesús no dice: "Ven, toma una hamaca en la playa y date un descanso". No, nos invita a tomar un yugo: su yugo. ¡Un yugo es un instrumento de trabajo! Entonces, ¿cómo podemos darle sentido a esto? ¿Quiere Jesús que trabajemos o descansemos? La respuesta es ambas.
Si bien Jesús nos ofrece descanso para nuestras almas, nos invita a encontrar ese descanso mientras trabajamos a su lado y trabajamos con él en la construcción de su reino. Él sabe que a medida que nos unimos a él, él será capaz de hacer el trabajo pesado con nosotros y para nosotros.
Jesús no vino a excusarnos de la obra del reino, sino a equiparnos para ello. Es como si fuéramos carpinteros trabajando solo con un cincel y una sierra, y Jesús nos entrega herramientas eléctricas. "Aquí", dice. "Veo lo duro que te estás esforzando, así que prueba esto". ¡Imagina tu alivio! Tu carga se ha vuelto más ligera porque te ha ayudado a terminar tu trabajo más fácilmente.
Jesús anhela trabajar a tu lado mientras realizas tus tareas diarias; Él anhela ayudarte a encontrar gozo en la construcción de Su reino. Aquí mismo, ahora mismo, él te está ofreciendo acceso ilimitado a su fuerza, su gracia y su descanso, todo a través del don de su Espíritu Santo.
¡Así que no dejes que esas herramientas eléctricas acumulen polvo! No pases por alto el don del Espíritu al confiar sólo en tus propias fuerzas. En cambio, toma el yugo de Jesús y las herramientas que te está ofreciendo. Esto podría significar buscar la gracia en la confesión para vencer un pecado persistente. Podría significar confiarle un proyecto difícil en una hora santa. Podría significar levantar una oración de ayuda cuando te encuentras con una persona a la que luchas por amar.
Jesús está listo para ayudarte hoy. ¡Él está esperando ansiosamente que tomes su yugo para que puedas encontrar descanso y alegría mientras tú y él trabajan juntos!
"¡Señor, ayúdame a tomar tu yugo hoy!" Amén (Extracto de LPEN)
Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «El que medita la ley del Señor día y noche dará frutos a su debido tiempo.» Amén Sal 1:2, 3
Oración por nuestros difuntos
Señor, Maestro Bueno,
recibe en tu paz a los que mueren, especialmente a aquellos
con quienes estamos ligados por la justicia y el amor:
nuestros parientes, bienhechores, hermanos de comunidad y amigos.
Te pedimos por las personas que en el mundo tuvieron mayor responsabilidad:
los sacerdotes, los gobernantes de las naciones, las autoridades religiosas,
las personas consagradas a tu servicio.
Te pedimos también por los que mueren abandonados sin la asistencia sacerdotal,
y luego son olvidados por todos.
Por las víctimas de los accidentes de tránsito, por los suicidas,
y los que mueren a causa del odio entre los hermanos.
Por los niños inocentes, cuyas vidas fueron cercenadas antes de nacer.
Te pedimos por todos aquellos que se entregaron con un amor grande
a Ti y a los hombres.
Jesús Maestro, recíbelos pronto a todos en la felicidad de tu Reino,
por mediación de María. Amén