March 6, 2019

Unos minutos con Dios.
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia: Libro de Joel 2,12-18. Esto dice el Señor: "Todavía es tiempo. Vuélvanse a mí de todo corazón, con ayunos, con lágrimas y llanto; enluten su corazón y no sus vestidos. Vuélvanse al Señor Dios nuestro, porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en clemencia, y se conmueve ante la desgracia. Quizá se arrepienta, se compadezca de nosotros y nos deje una bendición, que haga posibles las ofrendas y libaciones al Señor, nuestro Dios. Toquen la trompeta en Sión, promulguen un ayuno, convoquen la asamblea, reúnan al pueblo, santifiquen la reunión, junten a los ancianos, convoquen a los niños, aun a los niños de pecho. Que el recién casado deje su alcoba y su tálamo la recién casada. Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, diciendo: 'Perdona, Señor, perdona a tu pueblo. No entregues tu heredad a la burla de las naciones. Que no digan los paganos: ¿Dónde está el Dios de Israel?' " Y el Señor se llenó de celo por su tierra y tuvo piedad de su pueblo. Salmo 50, 3-4. 5-6a. 12-13. 14 y 17 R. Misericordia, Señor, hemos pecado. Por tu inmensa compasión y misericordia, Señor, apiádate de mí y olvida mis ofensas. Lávame bien de todos mis delitos, y purifícame de mis pecados. R. Misericordia, Señor, hemos pecado. Puesto que reconozco mis culpas, tengo siempre presentes mis pecados. Contra ti sólo pequé, Señor, haciendo lo que a tus ojos era malo. R. Misericordia, Señor, hemos pecado. Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos. No me arrojes, Señor, lejos de ti, ni retires de mí ti santo espíritu. R. Misericordia, Señor, hemos pecado. Devuélveme tu salvación, que regocija y mantén en mí un alma generosa. Señor, abre mis labios, y cantará mi boca tu alabanza. R. Misericordia, Señor, hemos pecado. Carta II de San Pablo a los Corintios 5,20-21.6,1-2. Hermanos: Somos embajadores de Cristo, y por nuestro medio, es como si Dios mismo los exhortara a ustedes. En nombre de Cristo les pedimos que se dejen reconciliar con Dios. Al que nunca cometió pecado, Dios lo hizo "pecado" por nosotros, para que, unidos a él, recibamos la salvación de Dios y nos volvamos justos y santos. Como colaboradores que somos de Dios, los exhortamos a no echar su gracia en saco roto. Porque el Señor dice: En el tiempo favorable te escuché y en el día de la salvación te socorrí. Pues bien, ahora es el tiempo favorable; ahora es el día de la salvación. Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18. En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Tengan cuidado de no practicar sus obras de piedad delante de los hombres para que los vean. De lo contrario, no tendrán recompensa con su Padre celestial. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo anuncies con trompeta, como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, para que los alaben los hombres. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes hagan oración, no sean como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora ante tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como esos hipócritas que descuidan la apariencia de su rostro, para que la gente note que están ayunando. Yo les aseguro que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que no sepa la gente que estás ayunando, sino tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve lo secreto, te recompensará''. Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia…….. Señor, hoy cuando nos pongan las cenizas en nuestra frente será un recordatorio de nuestras fragilidades, pecados y falta de amor hacia ti y el prójimo; nos llamas a que enlutemos nuestros corazones no nuestras apariencias. Jesús, en este tiempo cuaresmal nos llamas a entrar en nuestro interior, ser sinceros con nosotros mismo, ahí en nuestro corazón es el encuentro contigo y aunque tú ves los que está escondido, esperas mi libre respuesta para sanarme. Crea en mí, Señor, un corazón puro. Ahora, Señor, hago silencio en lo más íntimo de mí ser para oír tu dulce voz. Amén Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy. Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Esto dice el Señor: Todavía es tiempo. Vuélvanse a mí de todo corazón» ( Jl 2, 13). Amén Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. AménPara la Lectura Epiritual
En lo secreto del corazón
La Cuaresma es un tiempo que nos invita a entrar dentro de nosotros mismos. Es un tiempo de intimidad particular con Dios en lo secreto del corazón y de la conciencia. En esta intimidad interior con Dios es donde se realiza la obra esencial de la Cuaresma: la conversión. En el secreto interior, en esta intimidad con Dios, en la total verdad del corazón y de la conciencia, resuenan las palabras del salmo de la liturgia de hoy, una de las confesiones más profundas que el hombre jamás ha presentado ante Dios: Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa, lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces. Son palabras que purifican, palabras que transforman. Transforman al hombre interior. ¡Recitémoslas a menudo durante esta Cuaresma! Y sobre todo, intentemos renovar el espíritu que las anima, el soplo interior que ha dado a estas palabras una fuerza de conversión. Porque la Cuaresma es esencialmente una invitación a la conversión. Las obras de piedad de las que habla el evangelio de hoy abren el camino a esta conversión. ¡Ejercitémonos en ellas en lo posible! Pero, en primer lugar, busquemos encontrarnos con Dios interiormente en toda nuestra vida, en todo lo que la configura, para llegar a esta conversión profunda de la que habla el salmo penitencial de la liturgia de hoy.