Memoria de Santos Joaquín y Ana, padres de la Bienaventurada Virgen María

July 26, 2022

Unos minutos con Dios

Memoria de Santos Joaquín y Ana, Padres de la Bienaventurada Virgen Maria

Cada 26 de julio la Iglesia Católica celebra la Fiesta de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen María y abuelos de Jesús. Ellos dos -considerados santos patronos de los abuelos – fueron personas de profunda fe y confianza en las promesas de Dios. Ambos educaron a su hija Santa María en la fe del Pueblo de Israel, alimentando en ella el amor hacia el Creador y preparándola para su misión. Es a través de ellos como María se suma a esa porción del pueblo escogido que espera la llegada del Salvador de la humanidad.

Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia: Evangelio según San Mateo 13, 36-43 En aquel tiempo, Jesús despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: “Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo”. Jesús les contestó: “El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del demonio; el enemigo que la siembra es el demonio; el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados, y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga’’. Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia……. El que tenga oídos, que oiga. (Mateo 13, 43) Ciertamente, hay muchas cosas que pueden causarnos indignación: La corrupción, las guerras injustas o el abandono de los marginados. Y si estamos motivados por la humildad y el amor por la justicia, es bueno que actuemos con el fin de construir. Pero es importante cuidarnos del enojo que, por el contrario, nos motiva a destruir. Como vemos en esta parábola, Dios es el único juez justo entre el bien y el mal. Y él no está indignado. Viendo la creación de principio a fin, él solamente es capaz de ordenar todo con perfecta justicia. Solamente él puede separar la “buena semilla” de la “cizaña”. Así que no necesitamos andar arrancando toda la mala hierba que creemos ver en su jardín. ¡Juzgar es el trabajo de Dios, no de nosotros! Desafortunadamente, todos tenemos la capacidad de nombrarnos a nosotros mismos como juez, jurado y verdugo, a veces con consecuencias desastrosas. ¿Quién sabe si la persona a la que acabamos de atacar estaba al límite de un descalabro espiritual? Tal vez acabamos de alejarla todavía más de Dios en lugar de acercarla. Lo más probable es que al juzgar mal a alguien nosotros también estemos sembrado la cizaña del orgullo, el enojo y aislamiento en nuestro propio corazón. Esta es la razón por la cual Jesús nos advierte que la medida que aplicamos a otras personas en realidad se convierte en la medida que recibiremos (Mateo 7, 2). ¡Pero podemos cambiar nuestra forma de medir! Podemos pedirle al Espíritu Santo su paciencia y comprensión, incluso con aquellos que nos han hecho daño o cuyos puntos de vista nos ofenden. Jesús mostró misericordia con las personas que lo clavaron en la cruz. El Señor puede enseñarnos a tener la misma clase de misericordia, paciencia, esperanza y confianza. Si podemos tratar a cada persona como un hijo de Dios con un destino eterno —alguien a quien Jesús ha amado tanto que murió por él— nuestras palabras ofrecerán sanación y luz en lugar de dolor. Siempre que estemos sembrando semillas de amor, podemos estar seguros de que tendremos una buena cosecha. “¡Señor, es tan fácil criticar a los demás! Te pido que me ayudes a ver más allá de los errores de las personas y a verlos como tus hijos. Que yo siempre pueda pronunciar las palabras de ayuda que ellos necesitan escuchar.” Amén (Extracto de LPEN) Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy. Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Obtendrán la bendición de Dios, y Dios, su salvador, les hará justicia.» Sal 24(23), 5

Dios te salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén

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