Memoria de Santa Kateri Tekakwitha

July 14, 2021

Unos minutos con Dios

La Iglesia Católica en Estados Unidos celebra hoy, 14 de julio, la fiesta de la primera santa piel roja, Catalina (Kateri) Tekakwitha, canonizada por el hoy Sumo Pontífice Emérito Benedicto XVI, en octubre de 2012. Si bien en Estados Unidos su fiesta se celebra hoy, en el resto del mundo, de acuerdo al martirologio, se recuerda a Santa Catalina Tekakwitha el 17 de abril. Catalina nació en Auriesville, Nueva York (Estados Unidos), en 1656. Su madre era una cristiana miembro de la tribu algonquina, que había sido capturada por los iroques y liberada por quien sería el padre de Tekakwitha, un jefe tribal Mohawk.
Si bien aceptó la fe rápidamente, la joven pidió bautizarse recién a los 20 años, haciendo frente a la oposición de su familia, y al rechazo de su comunidad. Durante su corta vida, mantuvo una intensa devoción al Bendito Sacramento. Falleció a los 24 años, en 1680. A su muerte, el pueblo desarrolló inmediatamente una gran devoción por ella, y muchos peregrinos acudían a visitar su tumba, en Caughnawaga. En 1884, el P. Clarence Walworth mandó erigir un monumento junto a su sepultura. Catalina fue beatificada por San Juan Pablo II, en 1980. Empezamos la oración de la mañana: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios. Si es necesario, léala de nuevo usando tu propia Biblia: Evangelio según San Mateo 11, 25-27 En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien. El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar’’ Oración: dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo de corazón a Corazón; intercede por tu familia… ¿Me veo a mí mismo como sabio e inteligente, o como un niño? Señor, que tu gracia sobreabundante este cada día sobre mí y me permita buscar el amor, el conocimiento de Dios, y mi corazón siempre busque la verdad de Dios y su sabiduría. Señor, que la simplicidad y la humildad de vida sea el anhelo de mí corazón, y el suelo en el cual la gracia de Dios puede echar raíces. Señor Dios, concédeme la serenidad de aceptar las cosas que no puedo cambiar, y el coraje de cambiar las cosas que puedo, y la sabiduría para conocer la diferencia. Jesús en ti confío. Contempla la Palabra de Dios (en silencio, deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.  Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo» (Salmo 41, 3).

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos.

Amén.

Para las lecturas del día, por favor vaya aquí.

Lectura Espiritual

En el Evangelio de ayer, veíamos a un Cristo que reprende, no por el simple hecho de disfrutar corrigiendo; sino por amor. Me gustaría traer a colación, un dicho castellano: "quien bien te quiere te hará llorar". Así es Cristo, este gran personaje histórico que, a pesar de ya haber pasado lustros, sigue vivo en nuestro corazón. Pero bien, ¿qué nos dice el Evangelio de hoy? Vemos que lo primero que hace Cristo, es agradecer al Padre. ¿Por qué tengo que estar cargando siempre una cruz, a la que a veces le da por jugar al escondite? ¡Ojalá fuese más a menudo! Él nos la da, porque sabe que nuestra salvación radica en la imitación de su Hijo, que muere por la remisión de nuestros pecados, en cada elevación de la Sagrada Forma y de Su Santa Sangre. ¡Estamos llamados a ser como Cristo! Esta oportunidad se me presenta cada dos por tres. No me gustaría acabar, sin antes mencionar a nuestra Madre, María. Lo más seguro, es que Ella oía en su morada de oración, las andanzas apostólicas de Su Hijo, que luego pasaron a ser muy cercanas en el camino hacia la cruz. Cristo va sólo a los humildes, porque sólo estos; -y de ello, son un gran ejemplo los santos y santas de Dios;- se pueden llenar de Él. ¿Por qué? Pues, porque están vacíos de sí y llenos de Dios.

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