January 21, 2021
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Unos minutos con Dios.
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia: Salmo Responsorial 39, 7-8a. 10.17- (8a y 9a) Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. Sacrificios y ofrendas no quisiste, abriste, en cambio, mis oídos a tu voz. No exigiste holocaustos por la culpa, así que dije: “Aquí estoy “. R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. En tus libros se me ordena hacer tu voluntad.; esto es Señor, lo que deseo tu ley en medio de mi corazón. R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. He anunciado tu justicia en la gran asamblea; no he cerrado mis labios: tú lo sabes, Señor. R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad. Que se gocen en ti y que se alegren Todos los que te buscan. Cuantos quieren de ti la salvación repiten sin cesar: “¡Qué grande es Dios!” R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad
Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amén
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Las lecturas que nos ofrece la memoria litúrgica de hoy pueden ser consideradas con toda justicia como los «fundamentos» sobre los que se injertó el breve eje cronológico de la vida de quien sigue siendo hoy la más célebre y popular de las mártires romanas: santa Inés. Devotio supra aetatem, virtus supra natura, dice de ella el obispo Ambrosio en el De Virginibus: su consagración fue muy superior a la edad, su virtud fue muy superior a la naturaleza. Es ineluctable, pues, que aparezca la pregunta: ¿cómo es posible apresurarse a tan tierna edad, con seguridad, libertad, coraje y celo ardiente, a comprar el «campo del cielo» sin temer «la persecución, el peligro y la espada»? Pero quien no tenía sitio en su pequeño cuerpo para recibir un golpe de la espada tuvo fuerza para vencer a la espada. La alegría de haber encontrado a Jesús como su tesoro, el descubrimiento de su inefable belleza, suscitó en ella una poderosa proyección que se tradujo en su total entrega con la efusión de la sangre hasta la muerte cruenta. En alguna ocasión, las pruebas pueden alejar de Dios; sin embargo, Inés nos enseña que no es así, que no puede ser así: a quien ha saboreado a Cristo, Señor y Salvador, nada puede separarle de él, ni siquiera la muerte. La mirada pura, sencilla y plena de fe permitió a Inés descubrir la Verdad y abandonarse a ella con plena entrega: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios» (Mt 5,8). ¿Qué otro testimonio de amor parecerá tan grande y podrá igualar en una comparación la sublimidad de semejante entrega? En esta pequeña gran santa encontramos una especie de fermento, de método, de camino, que nos llevan más allá de la frontera de toda condición de muerte y nos dan la ocasión de volver a escoger al Señor haciéndonos desear, buscar y pedir que venga el Reino de los Cielos al mundo y a nosotros.