Memoria de Santa Agueda, virgen y mártir

February 5, 2021

Unos minutos con Dios

Memoria de Santa Águeda

Santa Águeda nació en Catania alrededor del año 225. Su belleza atrajo la atención del cónsul pagano Quinciano, que la quiso como esposa. Águeda, prometida ya a Cristo, se negó. Entonces fue encarcelada y torturada: le cortaron los senos. Murió en torno al año 251. Un año después, durante una violenta erupción del Etna, los habitantes de Catania la invocaron para detener la lava exponiendo su velo. Su nombre figura en el canon romano.

Empezamos la oración de la mañana: En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios. Si es necesario, léala de nuevo usando tu propia Biblia: Evangelio según San Marcos 6, 14-29 En aquel tiempo, como la fama de Jesús se había extendido tanto, llegó a oídos del rey Herodes el rumor de que Juan el Bautista había resucitado y sus poderes actuaban en Jesús. Otros decían que era Elías; y otros, que era un profeta, comparable a los antiguos. Pero Herodes insistía: “Es Juan, a quien yo le corté la cabeza, y que ha resucitado”. Herodes había mandado apresar a Juan y lo había metido y encadenado en la cárcel. Herodes se había casado con Herodías, esposa de su hermano Filipo, y Juan le decía: “No te está permitido tener por mujer a la esposa de tu hermano”. Por eso Herodes lo mandó encarcelar. Herodías sentía por ello gran rencor contra Juan y quería quitarle la vida; pero no sabía cómo, porque Herodes miraba con respeto a Juan, pues sabía que era un hombre recto y santo, y lo tenía custodiado. Cuando lo oía hablar, quedaba desconcertado, pero le gustaba escucharlo. La ocasión llegó cuando Herodes dio un banquete a su corte, a sus oficiales y a la gente principal de Galilea, con motivo de su cumpleaños. La hija de Herodías bailó durante la fiesta y su baile les gustó mucho a Herodes y a sus invitados. El rey le dijo entonces a la joven: “Pídeme lo que quieras y yo te lo daré”. Y le juró varias veces: “Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino”. Ella fue a preguntarle a su madre: “¿Qué le pido?” Su madre le contestó: “La cabeza de Juan el Bautista”. Volvió ella inmediatamente junto al rey y le dijo: “Quiero que me des ahora mismo, en una charola, la cabeza de Juan el Bautista”. El rey se puso muy triste, pero debido a su juramento y a los convidados, no quiso desairar a la joven, y enseguida mandó a un verdugo que trajera la cabeza de Juan. El verdugo fue, lo decapitó en la cárcel, trajo la cabeza en una charola, se la entregó a la joven y ella se la entregó a su madre. Al enterarse de esto, los discípulos de Juan fueron a recoger el cadáver y lo sepultaron. Oración: dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo de corazón a Corazón; intercede por tu familia… Señor Jesús, hoy voy a examinar mi estilo de vida para ver que testimonio de vida doy a los demás. Señor, quiero seguir siempre a mi conciencia. Ser una persona de principios y no dejarme llevar por la corriente del mundo. Ayúdame Señor a seguir tu voluntad en mi vida, dejando a un lado la vanidad, es difícil pero posible porque tu gracia me fortalece. Que él Señor nos ayude. Contempla la Palabra de Dios (en silencio, deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.  Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «No temáis; vosotros valéis más que todos los pájaros» (Mateo 10,31). Alma de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Amén Para las lecturas del día, por favor vaya aquí.

Para Lectura Espiritual

Imagina por un momento que tu hermano de repente se casa con la mujer de tu mejor amigo. ¿Qué harías? Supongo que se lo echarías en cara diciéndole que no puede hacer eso, que está en contra de tus principios cristianos, además, si ella ya está casada, estará pecando de adulterio. Algo parecido le ha sucedido a San Juan Bautista. En su caso no es su mejor amigo, sino el "rey" de Galilea. ¡Qué ejemplo daría a todos sus súbditos! Pues bien, Juan no sintió vergüenza al hacerle ver el mal que estaba haciendo y todas las consecuencias que tenía. Por eso el Rey lo mandó encarcelar. Aunque lo escuchaba con agrado. ¿Qué cara debía tener Herodes, cuando hacía esto? Le tenía miedo al pueblo, y además admiraba a Juan. Parece que su vida era doble. Por un lado tenía que hacer callar a su conciencia que le reclamaba el mal hecho, pero por otro le hacía mucho bien el escuchar al hombre de Dios. Dos caras de una misma moneda. Todo se deshizo cuando lo mandó matar por "no quedar mal con todos los comensales, y a causa del juramento que había hecho". Su fama no podía decaer en esos momentos tan importantes para su vida, por eso prefirió el mal ante el bien que le reclamaba su conciencia y todo el pueblo: la libertad del Bautista. No queramos ser dobles como le sucedió a Herodes. Llamemos a cada cosa por su nombre y hagámosle caso a nuestra conciencia cuando nos dice que hagamos algo o evitemos el mal.

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