Martes de la XXXI semana del Tiempo ordinario

November 3, 2020

Unos minutos con Dios

Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia: Evangelio según San Lucas 14, 15-24 En aquel tiempo, uno de los que estaban sentados a la mesa con Jesús le dijo: “Dichoso aquel que participe en el banquete del Reino de Dios”. Entonces Jesús le dijo: “Un hombre preparó un gran banquete y convidó a muchas personas. Cuando llegó la hora del banquete, mandó un criado suyo a avisarles a los invitados que vinieran, porque ya todo estaba listo. Pero todos, sin excepción, comenzaron a disculparse. Uno le dijo: ‘Compré un terreno y necesito ir a verlo; te ruego que me disculpes’. Otro le dijo: ‘Compré cinco yuntas de bueyes y voy a probarlas; te ruego que me disculpes’. Y otro más le dijo: ‘Acabo de casarme y por eso no puedo ir’. Volvió el criado y le contó todo al amo. Entonces el señor se enojó y le dijo al criado: ‘Sal corriendo a las plazas y a las calles de la ciudad y trae a mi casa a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos’. Cuando regresó el criado, le dijo: ‘Señor, hice lo que me ordenaste, y todavía hay lugar’. Entonces el amo respondió: ‘Sal a los caminos y a las veredas; insísteles a todos para que vengan y se llene mi casa. Yo les aseguro que ninguno de los primeros invitados participará de mi banquete’  Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia……. Señor. Hoy me invitas a tener los mismo sentimientos de Tu Hijo, Jesús; doblo mis rodillas y reconozco públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Señor, Tú que nos invitas al banquete, la generosidad y compartir con los más necesitados, te pedimos que nos envíes tu Santo Espíritu que es dador de vida, para que nos ilumine y nos enseñe el camino correcto, y nos haga entender que lo más importante no es ocupar los primeros lugares sino más bien, dejar que Él nos ubique en el lugar que nos corresponde. Amén. Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy. Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «“Dichoso aquel que participe en el banquete del Reino de Dios”». Amén

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén

Para las lecturas del dia, por favor vaya aquí.

Para la Lectura Espiritual

“Feliz el que se siente a la mesa en el Reino de Dios” (Lc 14,15)

“Un hombre preparó un gran banquete y convidó a mucha gente” (Lc 14,16). En ese gran banquete, comeremos alimentos finos, es decir los frutos que los hijos de Israel aportaron de la tierra prometida: racimos de uvas, higos, granadas. Racimos de uva de los que se extrae vino, que simboliza la alegría de los santos en la visión del Verbo Encarnado. El higo, el más dulce de todos los frutos, es la dulzura que los santos probarán contemplando la Trinidad. La granada, significa la unidad de la Iglesia triunfante y la diversidad de recompensas. (…) El Señor nos llama a la Cena de la gloria celeste…El Señor de misericordia infinita, no llama solamente él mismo, sino también por los predicadores, de quienes en el evangelio se escribe “A la hora de cenar mandó a su sirviente que dijera a los invitados: Vengan, todo está preparado” (Lc 14,17). De hecho, después que Cristo fue inmolado, la entrada del reino es la Pasión de Cristo. La Iglesia o el hombre justo que entró en la cena de la penitencia y va a entrar en la de la gloria dice (…): “El Señor fue mi apoyo, me sacó a un lugar espacioso, me libró, porque me ama” (cf. Sal 18 (17),19-20). El Señor, extendiendo sus brazos sobre la cruz, se hizo mi protector con su Pasión, me llevó a un lugar espacioso con el envío del Espíritu Santo, me libró de mis enemigos, porque ha querido que yo entrara en el banquete d la vida eterna. Hermanos muy queridos, pidamos a nuestro Señor Jesucristo introducirnos en la cena de la penitencia y transferirnos de esta a la Cena de la gloria eterna. Él que es bendito y glorioso por los siglos de los siglos. ¡Amén! San Antonio de Padua

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