Martes de la XI semana del Tiempo ordinario

Unos minutos con Dios.

Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia:

Evangelio según San Mateo 5, 43-48

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Han oído ustedes que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo; yo, en cambio, les digo: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian y rueguen por los que los persiguen y calumnian, para que sean hijos de su Padre celestial, que hace salir su sol sobre los buenos y los malos, y manda su lluvia sobre los justos y los injustos.

Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Ustedes, pues, sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto".

Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia…

Sean perfectos, como su Padre celestial es perfecto. (Mateo 5, 48)

Según el diccionario, “perfecto” significa “que posee el mayor grado posible de bondad o excelencia”. A lo que muchos de nosotros podríamos responder: “¿En serio, Señor? ¡Me estoy esforzando por apenas mantener mi vida en orden! ¿Ahora, además, tú quieres que sea perfecto? Eso es imposible.”

Una razón por la cual la perfección puede parecer tan difícil de alcanzar es que parece una propuesta de lo uno o lo otro: O eres perfecto o no lo eres. Pero como han señalado los estudiosos de la Escritura, la palabra griega traducida como “perfecto” en Mateo 5, 48 tiene un significado más dinámico. Indica algo en lo que siempre estás creciendo, un proceso de volverse pleno y completo. Desde esta perspectiva, podemos imaginar a Jesús diciendo: “¡No te detengas! Sigue esforzándote por ser la persona que yo quiero que seas. ¡No te conformes por nada menos que la santidad que viene de la plenitud!” Puede parecer una ironía, pero es cierto: Cuanto más te conviertes en la persona única que Dios quiere que seas, más te parecerás a Jesús, el Único que es perfecto.

¿Cómo desarrollas esta perfección? Los programas de autoayuda no producirán el cambio adecuado y tampoco lo hará el acumulamiento de acciones de autonegación o de ejercicios espirituales. La perfección se alcanza al trabajar en usar tus talentos y dones de una manera que glorifique al Señor y anime a las personas que te rodean. Se alcanza al centrarte en uno o dos obstáculos en tu vida y pedirle a Jesús la gracia para ayudarte a resolverlos: Un resentimiento duradero, un hábito insano o una forma distorsionada de pensar sobre la vida.

Hoy, pregúntale a Jesús cuánto quiere él que crezcas en su perfección. Permítele que haga brillar la luz de su amor en tu corazón. Permítele que te muestre tanto la persona que él quiere que seas como la persona que eres actualmente. Luego piensa en una o dos cosas que pueden ayudarte a cerrar la brecha entre estas dos visiones.

San John Henry Newman una vez dijo: “Vivir es transformarse, y ser perfecto es transformarse a menudo.” ¡Que día tras día puedas dejarte transformar al escuchar y seguir a Jesús!

“Señor Jesús, ¡aunque me resulte difícil, confío en que tú me estás guiando a la plenitud y la santidad!”. Amén.

Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: “Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como yo los he amado.” Juan 13,34

Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer.

Vos me disteis, a Vos, Señor, lo torno. Todo es Vuestro: disponed de ello según Vuestra Voluntad.

Dadme Vuestro Amor y Gracia, que éstas me bastan. Amén.

¡Oren por Kerygma Comunidad Misionera Evangelizadora! ¡Que Dios nos mantenga a todos los misioneros, fieles a la misión encomendada!

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