Lunes de la XX semana del Tiempo ordinario

August 19, 2019

Unos minutos con Dios.

Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia: Libro de los Jueces 2,11-19. En aquellos días, los israelitas hicieron lo que desagrada al Señor, dando culto a los ídolos. Abandonaron al Señor, Dios de sus padres, que los había sacado de Egipto, y siguieron a otros dioses de los pueblos de alrededor, los adoraron y provocaron la ira del Señor; abandonaron al Señor y dieron culto a Baal y Astarté. Entonces el Señor se encolerizó contra Israel. Los puso en manos de salteadores, que los despojaron, y los entregó a unos enemigos, que los rodeaban y a quienes no pudieron ya hacerles frente. En todas sus campañas la mano del Señor intervenía contra ellos para castigarlos, como el Señor se lo había dicho y jurado, y los puso en una situación desesperada. Entonces el Señor instituyó jueces, que salvaron a los israelitas de quienes los saqueaban, pero ellos tampoco escucharon a los jueces: se prostituyeron, dando culto y adorando a otros dioses; se desviaron muy pronto de la conducta de sus padres, que habían cumplido los mandamientos del Señor, y no los imitaron. Cuando el Señor les instituyó jueces, él estaba con el juez y los salvaba de sus enemigos, pues se conmovía ante los gemidos que proferían bajo el yugo de sus opresores. Pero, cuando moría el juez, volvían a caer y se portaban todavía peor que sus padres: seguían a otros dioses, les daban culto, los adoraban y volvían a sus prácticas y a su conducta obstinada. Salmo 105, 34-35. 36-37. 39-40. 43ab y 44 R. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo. No exterminaron nuestros padres a los pueblos que el Señor les había mandado. Se unieron con paganos y aprendieron sus prácticas. R. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo. Dieron culto a los ídolos y éstos fueron para ellos como una trampa. Entonces entregaron a sus hijos e hijas en sacrificio a los demonios. R. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo. Se contaminaron con sus obras y se prostituyeron con sus acciones. Por eso el Señor renegó de su pueblo y estalló su enojo. R. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo. ¡Cuántas veces los libró; pero ellos se obstinaron en su actitud! Entonces el Señor miró su angustia y escuchó sus gritos. R. Perdona, Señor, las culpas de tu pueblo. Evangelio según San Mateo 19,16-22. En aquel tiempo, se acercó a Jesús un joven y le preguntó: "Maestro, ¿qué cosas buenas tengo que hacer para conseguir la vida eterna?" Le respondió Jesús: "¿Por qué me preguntas a mí Maestro,acerca de lo bueno? Uno solo es el bueno: Dios. Pero, si quieres entrar en la vida, cumple los mandamientos". El replicó: "¿Cuáles?" Jesús le dijo: No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no levantarás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo. Le dijo entonces el joven: "Todo eso lo he cumplido desde mi niñez, ¿qué más me falta?" Jesús le dijo: "Si quieres ser perfecto, ve a vender todo lo que tienes, dales el dinero a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo; luego ven y sígueme". Al oír estas palabras, el joven se fue entristecido, porque era muy rico. Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia…….. Buenos días, Señor, crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz, envía tu Espíritu, para que Él nos ayude a leer las Escrituras. Hoy me llama la atención “hacer y poseer”. Señor, yo puedo hacer muchas cosas buenas, pero, los más seguro es que lo haga para algún tipo de gratificación personal, y eso no me acerca a Ti al contrario se engrandece mi ego y continuo por mi propio camino y mis posesiones me apartan de mi prójimo. Señor, te suplico que me ayudes a deshacerme de mi ego y las posesiones que me impiden seguirte. Amén Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy. Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «"Maestro, ¿qué cosas buenas tengo que hacer para conseguir la vida eterna?"»  Amén Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén

Para la Lectura Espiritual

Papa Francisco

Encantados por la serpiente

Ilusión de felicidad y de poder, falta de horizontes y de esperanza. El Evangelio del joven rico ilumina la difícil relación del hombre con la riqueza. El pasaje evangélico de hoy podría llevar el título: «El itinerario desde la alegría y la esperanza a la tristeza y la cerrazón en sí mismo». Ese joven, en efecto, quería seguir a Jesús y al verlo fue a su encuentro, entusiasmado, para plantearle la pregunta: “¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?”. A quien el Señor, tras la invitación a vivir los mandamientos, exhorta: «Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dáselo a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo». Y el joven, «frunció el ceño y se marchó triste porque era muy rico». Del entusiasmo a la tristeza: «Quería seguir a Jesús y se marchó por otro camino». ¿El motivo? «Estaba apegado a sus bienes. Tenía muchos bienes. Y en el balance vencieron los bienes». La actitud de Jesús ante tal reacción es clara: «Dijo a sus discípulos: “¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!”». En efecto hay un misterio en la posesión de las riquezas. Las riquezas tienen la capacidad de seducir, de conducirnos hacia la seducción y hacernos creer que estamos en un paraíso terrestre. Recuerdo que en los años setenta vi por primera vez un barrio cercado, de gente pudiente; estaba cerrado para defenderse de los ladrones, para estar seguros. Había también gente buena, pero se habían encerrado en esa especie de «paraíso terrestre». Esto sucede cuando existe la cerrazón para defender los bienes: se pierde «el horizonte». Y «es triste una vida sin horizonte». Hay que considerar que las cosas cerradas se estropean, se corrompen, entran en descomposición. El apego a las riquezas es el inicio de todo tipo de corrupción, por doquier: corrupción personal, corrupción en los negocios, incluso la pequeña corrupción comercial —como la practicada por quienes restan algún gramo al peso justo de una mercadería—, corrupción política, corrupción en la educación… Cuantos viven apegados al propio poder, a las propias riquezas, se creen en el paraíso. Son cerrados, no tienen horizonte, no tienen esperanza. Al final tendrán que dejarlo todo. En el evangelio encontramos otra parábola en la que Jesús habla del hombre que con traje elegante «todos los días tenía grandes banquetes»: este hombre estaba tan encerrado en sí mismo que ya no veía más allá de su nariz: no veía que allí, en la puerta de su casa había un hombre que tenía hambre y también estaba enfermo, con llagas. Lo mismo nos sucede a nosotros: el apego a las riquezas nos hace creer que todo está bien, que hay un paraíso terrestre, pero nos quita la esperanza y nos quita el horizonte. Y vivir sin horizonte es una vida estéril, vivir sin esperanza es una vida triste. Pero, es necesario hablar no solo del «apego», sino también del hecho de «administrar bien las riquezas». Las riquezas, en efecto, son para el bien común, para todos, y si el Señor se las concede a alguien, es para el bien de todos, no para sí mismo, no para que las encierre en su corazón, que luego así se convierte en corrupto y triste. Jesús usa una expresión fuerte: «¡Qué difícil les será entrar en el reino de Dios a los que tienen riquezas!». Las riquezas son como la serpiente en el paraíso terrestre, encantan, engañan, nos hacen creer que somos poderosos, como Dios. Y al final nos quitan lo mejor, la esperanza, y nos lanzan en lo peor, en la corrupción. Por ello Jesús afirma: «Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de los cielos». De esto deriva un consejo válido para cada uno: quien posee riquezas debe orientarse a la primera bienaventuranza: “Felices los pobres de espíritu”; es decir tomar distancia de este apego y hacer que las riquezas que el Señor le ha dado sean para el bien común. La única forma de obrar es abrir la mano, abrir el corazón, abrir el horizonte. Si, en cambio, tienes tu mano cerrada, tienes el corazón cerrado como el del hombre que organizaba banquetes y llevaba vestidos lujosos, no tienes horizontes, no ves a los demás que pasan necesidad y terminarás como ese hombre: lejos de Dios. Lo mismo sucedió al joven rico: contaba con la senda de la felicidad, la buscaba y… lo pierde todo. Por su apego a las riquezas termina como un derrotado. Debemos, por lo tanto, pedir a Jesús la gracia de no apegarnos a las riquezas para no correr el peligro de la cerrazón del corazón, la corrupción y la esterilidad. Lunes 25 de mayo de 2015.

Latest Posts

Lunes de la VII semana de Pascua

"¿De veras creen?
June 2, 2025

Solemnidad de la Ascensión del Señor

"la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados."
June 1, 2025

Fiesta de la Visitación de la Santísima Virgen María

¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme?
May 31, 2025

Viernes de la VI semana de Pascua

"pero su tristeza se transformará en alegría."
May 30, 2025

Jueves de la VI semana de Pascua

‘Me voy al Padre’
May 29, 2025
Subscribe to Blog
  •  
  • 1 of 606
Designed & Powered by On Fire Media |