Lunes de la vigésima segunda semana del tiempo ordinario

September 3, 2018

Unos minutos con Dios.

Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia: Carta I de San Pablo a los Corintios 2,1-5. Hermanos: Cuando llegué a la ciudad de ustedes para anunciarles el Evangelio, no busqué hacerlo mediante la elocuencia del lenguaje o la sabiduría humana, sino que resolví no hablarles sino de Jesucristo, más aún, de Jesucristo crucificado. Me presenté ante ustedes débil y temblando de miedo. Cuando les hablé y les prediqué el Evangelio, no quise convencerlos con palabras de hombre sabio; al contrario, los convencí por medio del Espíritu y del poder de Dios, a fin de que la fe de ustedes dependiera del poder de Dios y no de la sabiduría de los hombres. Salmo 119(118),97.98.99.100.101.102. R. (97a) ¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad! ¡Cuánto amo tu voluntad!: Todo el día la estoy meditando. Tus mandatos me hacen más sabio que mis enemigos, porque siempre me acompañan. R. ¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad! Soy más prudente que todos mis maestros, porque medito tus preceptos. Soy más sagaz que los ancianos, porque cumplo tus leyes. R. ¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad! Aparto mis pies de toda senda mala, para cumplir tus palabras. No me aparto de tus mandamientos, porque tú me has instruido. R. ¡Cuánto amo, Señor, tu voluntad! Evangelio según San Lucas 4,16-30. En aquel tiempo, Jesús fue a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: "Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura, que ustedes acaban de oír". Todos le daban su aprobación y admiraban la sabiduría de las palabras que salían de sus labios, y se preguntaban: "¿No es éste el hijo de José?" Jesús les dijo: "Seguramente me dirán aquel refrán: 'Médico, cúrate a ti mismo, y haz aquí, en tu propia tierra, todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm' ". Y añadió: "Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra. Había ciertamente en Israel muchas viudas en los tiempos de Elías, cuando faltó la lluvia durante tres años y medio, y hubo un hambre terrible en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda que vivía en Sarepta, ciudad de Sidón. Había muchos leprosos en Israel, en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado sino Naamán, que era de Siria". Al oír esto, todos los que estaban en la sinagoga se llenaron de ira, y levantándose, lo sacaron de la ciudad y lo llevaron hasta una barranca del monte, sobre el que estaba construida la ciudad, para despeñarlo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí. Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia…….. Señor Dios, dicen que nadie va al cielo sin atraer a alguien, ni nadie va al infierno sin arrastrar a otros con él. ¿Es verdad? Nunca nos has dicho nada de manera explícita al respecto, pero nos hiciste comprender algo cuando te declaraste dispuesto a perdonar a la ciudad de Sodoma en consideración a los únicos diez justos (cf. Gn 18,16-33). Ahora, en el evangelio, tu Hijo unigénito nos ha puesto ante los ojos la posibilidad de cerrar la puerta del Reino a los otros. Haz que esto no suceda nunca a los discípulos de Jesús. Es difícil pensar que entre nosotros los cristianos haya quien se empeñe de modo intencionado en sacar fuera a las ovejas de tu redil, aunque es posible pecar por omisión y faltar de mil pequeños modos. Oh Cristo, haznos dignos testigos de ti y de tu Reino. Haz que estas palabras del profeta Zacarías puedan hacerse realidad para los cristianos de hoy: «En aquellos días, diez extranjeros agarrarán a un judío por el manto y le dirán: "Queremos ir con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros"» (Zac 8,23).Amén Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy. Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?» (Sal 26,1b). Amén Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén

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