
Unos minutos con Dios.
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia: Evangelio según San Lucas 1, 39-45 En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno. Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo y, levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”. Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia…….. Señor, tu misericordia es grande, que la alegría que ha llegado a mi corazón, me impulse a caminar hacia las periferias y que los gestos de mis manos sean siempre de paz y bienvenida. Jesús, usa mis ojos para reconocer al marginado, mis oídos para aquel que necesita contar sus penas y que mi boca sea siempre un eco de tu salvación. Amén Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy. Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.» AménSeñor, haz de mi un instrumento de tu paz. Que allá donde hay odio, yo ponga el amor. Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón. Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión. Que allá donde hay error, yo ponga la verdad. Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe. Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza. Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz. Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría. Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar, ser comprendido, cuanto comprender, ser amado, cuanto amar. Porque es dándose como se recibe, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, es perdonando, como se es perdonado, es muriendo como se resucita a la vida eterna. Amén.
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¿Cómo es posible que la madre de mi Señor venga a visitarme?
Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Las generaciones te proclamarán dichosa, como tú lo has anunciado. Las hijas de Jerusalén, es decir, la Iglesia, te han visto y proclaman tu felicidad. En efecto, tú eres el trono real rodeado de ángeles contemplando al Maestro y Creador que está sentado en él. Eres el Edén espiritual, más sagrado y más sublime que el anterior. En el primero habitaba el Adán de la tierra; en ti, el Señor del cielo. El arca de Noé es la prefiguración de tu ser, porque guardó en sí el germen de la segunda creación. Tú das a luz a Cristo, la salvación del mundo por la cual quedaron sepultados los pecados y apaciguadas las aguas. En la antigüedad, fuiste prefigurada por la zarza ardiente, dibujada por las tablas escritas por Dios, contada por el arca de la alianza. Has sido prefigurada por la urna de oro, el candelabro, la vara de Aarón florida, la escala de Jacob. Así como Jacob vio el cielo y la tierra unidos por la escala, y los ángeles que subían y bajaban por ella, y al invencible y al fuerte pelear con él en una lucha simbólica, así tú misma has sido hecha medianera y escala por la que Dios descendió hacia nosotros y tomó sobre sí la debilidad de nuestra sustancia, abrazándola y uniéndola estrechamente a sí. San Juan Damasceno Haz un click para ver nuestro Canal de Youtube