La Natividad del Señor, Misa del día

"En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios."
December 25, 2024
San Juan 1 1 18

Unos minutos con Dios. 

Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia:

Evangelio según San Juan 1, 1-18

En el principio ya existía aquel que es la Palabra,
y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios.
Ya en el principio él estaba con Dios.
Todas las cosas vinieron a la existencia por él
y sin él nada empezó de cuanto existe.
Él era la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en las tinieblas
y las tinieblas no la recibieron.

Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan.
Éste vino como testigo, para dar testimonio de la luz,
para que todos creyeran por medio de él.
Él no era la luz, sino testigo de la luz.

Aquel que es la Palabra era la luz verdadera,
que ilumina a todo hombre que viene a este mundo.
En el mundo estaba;
el mundo había sido hecho por él
y, sin embargo, el mundo no lo conoció.

Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron;
pero a todos los que lo recibieron
les concedió poder llegar a ser hijos de Dios,
a los que creen en su nombre,
los cuales no nacieron de la sangre,
ni del deseo de la carne, ni por voluntad del hombre,
sino que nacieron de Dios.

Y aquel que es la Palabra se hizo hombre
y habitó entre nosotros.
Hemos visto su gloria,
gloria que le corresponde como a unigénito del Padre,
lleno de gracia y de verdad.

Juan el Bautista dio testimonio de él, clamando:
“A éste me refería cuando dije:
‘El que viene después de mí, tiene precedencia sobre mí,
porque ya existía antes que yo’ ”.

De su plenitud hemos recibido todos gracia sobre gracia.
Porque la ley fue dada por medio de Moisés,
mientras que la gracia y la verdad vinieron por Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás.
El Hijo unigénito, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha revelado.

Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia……..

Acepta, Señor, nuestra oración silenciosa y adorante porque en este día queremos hacerla con los labios y el corazón de María, tu Madre, que largamente en el silencio ha contemplado tu rostro y ha escuchado antes que nadie tus palabras: "Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la cumplen" (Le 11,28). Te damos gracias, Señor, por tu persona que se ha hecho Palabra, por tu Espíritu que ora en nosotros, por las pocas y tantas cosas que nos has dicho desde tu pesebre de Belén con tu silencio. También nosotros quisiéramos callar y únicamente contemplar tu rostro, porque él nos habla y eso nos basta. Contemplar y callar, conservando y meditando en el corazón.

Te pedimos sólo que cada uno de nosotros busque, hoy y en el futuro, no las cosas que se ha propuesto hacer, sino aquellas que tú quieres que haga, lo que tú, amorosamente, nos invitas a hacer. Ayúdanos, por un momento, a acallar nuestras preocupaciones inmediatas para dejarnos llevar por ti hacia las preocupaciones verdaderas y así, olvidando las cosas "urgentes", nos ocuparemos, por fin, de lo auténticamente importante.

Y tú, María, que meditabas en tu corazón las palabras y los hechos de Jesús, haz que te imitemos con sencillez, con tranquilidad, con paz. Aparta de nosotros todo afán, preocupación y esfuerzo, y haznos atentos escuchadores de la Palabra, como has hecho tú, para que nazca en nosotros el fruto del evangelio, tu Hijo Jesús, que llevaste en tu seno. Amén. (SCDE)

Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: « En el principio ya existía aquel que es la Palabra, y aquel que es la Palabra estaba con Dios y era Dios..”». Amén

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén

"Para las lecturas del día, por favor vaya aquí."

Video: Feliz Navidad

 

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