March 3, 2022
Unos minutos con Dios
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia: Evangelio según San Lucas 9, 22-25 En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que sea entregado a la muerte y que resucite al tercer día”. Luego, dirigiéndose a la multitud, les dijo: “Si alguno quiere acompañarme, que no se busque a sí mismo, que tome su cruz de cada día y me siga. Pues el que quiera conservar para sí mismo su vida, la perderá; pero el que la pierda por mi causa, ése la encontrará. En efecto, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo o se destruye?’’ Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia……. Señor Jesús, me invitas a algo difícil; negarme a mí mismo, tomar la cruz que me ofreces, y en todas, seguirte a ti, Señor de la vida, Señor de mi vida. Dame la gracia para negar todo pecado en mi vida, toda inclinación del mundo o de mi propia carne. Dame el valor y el amor, de no sólo tomar mi cruz sino abrazarla, amarla, y ofrecértela a ti, diariamente. Deseo seguirte, pero no puedo sin tu gracia, tu ayuda, tu Santo Espíritu. Amén Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy. Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y me siga.». AménPadre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén
Lectura Espiritual
El Señor pone ante nosotros la vida y la muerte, pidiéndonos tomar una decisión y ratificarla día tras día. Se trata de una opción que no es evidente, ya que Jesús lo indica con una paradoja: a la vida según Dios, a la vida que es Dios, se llega negándonos a nosotros mismos, llevando nuestra cruz cada día tras el Maestro, aceptando perder por él la vida presente. El cristianismo es una disposición radical a seguir a Cristo hasta el final, no un esfuerzo moral por mejorar el propio carácter o las propias costumbres. No es fácil responder: "Sí, yo" a la invitación, que no deja lugar a ilusiones: "El que quiera seguirme...". Sin embargo, si aparece clara la perspectiva de sufrimiento incluida en el seguimiento, no aparece menos clara la meta final: la resurrección, salvar la vida, una vida en plenitud, sin parangón con ganar el mundo entero. Optamos, pues, por la vida amando al Seńor, obedeciendo su voz y manteniéndonos unidos a él: si con él logramos atravesar la muerte a nosotros mismos cada día, con él experimentaremos desde ahora el inefable gozo de la resurrección, de la vida con él.