
Unos minutos con Dios.
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia:
Evangelio según San Mateo 7, 21-29
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "No todo el que me diga: '¡Señor, Señor!', entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumpla la voluntad de mi Padre, que está en los cielos. Aquel día muchos me dirán: '¡Señor, Señor!, ¿no hemos hablado y arrojado demonios en tu nombre y no hemos hecho, en tu nombre, muchos milagros?' Entonces yo les diré en su cara: 'Nunca los he conocido. Aléjense de mí, ustedes, los que han hecho el mal'.
El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica, se parece a un hombre prudente, que edificó su casa sobre roca. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos y dieron contra aquella casa; pero no se cayó, porque estaba construida sobre roca.
El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica, se parece a un hombre imprudente, que edificó su casa sobre arena. Vino la lluvia, bajaron las crecientes, se desataron los vientos, dieron contra aquella casa y la arrasaron completamente".
Cuando Jesús terminó de hablar, la gente quedó asombrada de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas.
Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia……..
Señor Jesús, tu eres mi roca, mi fuerza y mi esperanza. Permíteme seguir construyendo, aunque para muchos no tenga sentido y sea perdida de tiempo yo sé que al final la recompensa solo viene de ti, ayúdame que mi vida sea coherente con lo que enseño. Amen.
Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «"Dichosos los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica"» Amén
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén
Para las lecturas del día, por favor vaya aquí.
Lectura Espiritual
El tiempo es algo extremadamente precioso, porque es el ámbito donde se despliega nuestra vida, donde nos jugamos nuestro destino eterno. Cuando se van sumando los días y los años, y se vuelve pesada la monotonía, no resulta fácil mantener viva la llama inicial ni mantener intacta la fidelidad. Todo el mundo es capaz de un impulso momentáneo. Mantener la fidelidad a través del tiempo es saber aceptar las "lentitudes" de Dios. Lentitudes para nuestra prisa humana. Nuestra vida es breve, por eso tenemos prisa. Dios, en cambio, tiene todo el tiempo de su parte, hasta tiene la eternidad de su parte, y quiere que, por nuestra parte, tengamos paciencia. Esto parece agudizar la tensión.
Pero, después, de repente, un día, he aquí que llega la hora, el momento esperado. Así es el Reino de Dios. La espera es larga, pero, una vez colmada la medida escatológica, de la que nada sabemos, vendrá la hora. Parece que Jesús nos diga: Mirad al hombre del campo, espera con paciencia, pero la hora de la cosecha llega de una manera irresistible. La semilla está sembrada. Dios no deja nada inacabado. El, que ha empezado la obra buena, la llevará a término. El comienzo es la garantía de la consumación. Espera con paciencia y vuelve a comenzar la aventura de la fe. Atrévete a arriesgar, abandonándote a lo imprevisto de Dios, bajo la guía de su Espíritu, sin vacilaciones. Esta es la fidelidad que se experimenta a través del crisol del tiempo.
M. Magrassi