Jueves de la tercera semana de Pascua

April 19, 2018

Unos minutos con Dios.

Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.  Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia: Libro de los Hechos de los Apóstoles 8,26-40.  El Angel del Señor dijo a Felipe: "Levántate y ve hacia el sur, por el camino que baja de Jerusalén a Gaza: es un camino desierto". El se levantó y partió. Un eunuco etíope, ministro del tesoro y alto funcionario de Candace, la reina de Etiopía, había ido en peregrinación a Jerusalén y se volvía, sentado en su carruaje, leyendo al profeta Isaías. El Espíritu Santo dijo a Felipe: "Acércate y camina junto a su carro". Felipe se acercó y, al oír que leía al profeta Isaías, le preguntó: "¿Comprendes lo que estás leyendo?". El respondió: "¿Cómo lo puedo entender, si nadie me lo explica?". Entonces le pidió a Felipe que subiera y se sentara junto a él. El pasaje de la Escritura que estaba leyendo era el siguiente: Como oveja fue llevado al matadero; y como cordero que no se queja ante el que lo esquila, así él no abrió la boca. En su humillación, le fue negada la justicia. ¿Quién podrá hablar de su descendencia, ya que su vida es arrancada de la tierra? El etíope preguntó a Felipe: "Dime, por favor, ¿de quién dice esto el Profeta? ¿De sí mismo o de algún otro?". Entonces Felipe tomó la palabra y, comenzando por este texto de la Escritura, le anunció la Buena Noticia de Jesús. Siguiendo su camino, llegaron a un lugar donde había agua, y el etíope dijo: "Aquí hay agua, ¿qué me impide ser bautizado?". Y ordenó que detuvieran el carro; ambos descendieron hasta el agua, y Felipe lo bautizó. Cuando salieron del agua, el Espíritu del Señor, arrebató a Felipe, y el etíope no lo vio más, pero seguía gozoso su camino. Felipe se encontró en Azoto, y en todas las ciudades por donde pasaba iba anunciando la Buena Noticia, hasta que llegó a Cesarea. Salmo 66(65),8-9.16-17.20.  Bendigan, pueblos, a nuestro Dios, hagan oír bien alto su alabanza: él nos concedió la vida y no dejó que vacilaran nuestros pies. Los que temen al Señor, vengan a escuchar, yo les contaré lo que hizo por mí: apenas mi boca clamó hacia él, mi lengua comenzó a alabarlo. Bendito sea Dios, que no rechazó mi oración ni apartó de mí su misericordia. Evangelio según San Juan 6, 44-51.  Jesús dijo a la gente: "Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me envió; y yo lo resucitaré en el último día.  Está escrito en el libro de los Profetas: Todos serán instruidos por Dios. Todo el que oyó al Padre y recibe su enseñanza, viene a mí. Nadie ha visto nunca al Padre, sino el que viene de Dios: sólo él ha visto al Padre. Les aseguro que el que cree, tiene Vida eterna. Yo soy el pan de Vida. Sus padres, en el desierto, comieron el maná y murieron. Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo".  Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia…….. Te pido, Señor, tener más confianza en tu Evangelio. Recuerdo haber sido abucheado o ridiculizado o hecho callar demasiadas veces cuando hablaba de ti como respuesta a los problemas de nuestro tiempo: quizás por eso me he vuelto demasiado cauto, casi me he retirado y ya no me atrevo a hablar de un modo tan abierto de ti, a no ser en los lugares donde pienso que seré escuchado. Ciertamente, me he procurado óptimos motivos para obrar así: es necesario «respetar» los tiempos de maduración y las opciones de los otros, no debemos ser «fanáticos», no debemos «forzar» las cosas y los tiempos; pero el hecho cierto es que cada vez hablo menos de ti. ¡Cuántas ocasiones he perdido para iluminar a corazones inquietos, cuántas situaciones potencialmente abiertas a tu Palabra se me han escapado! Es posible que tú, Señor, me hayas llevado desde la excesiva seguridad a la desconcertante incertidumbre para traerme a este momento, en el que me siento un humilde servidor de la Palabra, consciente de que no soy yo quien decido las conversiones, sino de que eres tú el dueño de la mies, y de que yo debería estar, como Felipe, sólo dispuesto a introducir en la comprensión de tus caminos. Gracias, Señor, por haberme indicado este camino. Amén Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy. Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Yo soy el pan de Vida.» (Jn.6, 48). Amén Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén

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