Unos minutos con Dios.
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia:
Evangelio según San Marcos 6,7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica.
Y les dijo: "Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos".
Los discípulos se fueron a predicar el arrepentimiento. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.
Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia……..
Señor, ayúdame a meditar tus preceptos, para vivir haciendo tu voluntad. Amén
Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: "Les ordenó que no tomaran nada para el camino, excepto un bastón" (Mc 6,8).
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén
Para las lecturas del día, por favor vaya aquí.
Lectura Espiritual |
Es posible que no nos preguntemos con una frecuencia suficiente cuáles son las cosas verdaderamente importantes en nuestra vida. Resulta fácil caer en tópicos, adecuarse a los sondeos televisivos, quedarse en la superficie: es importante tener un trabajo, una familia unida, la salud... Cambian las gradaciones, pero éstos son, más o menos, los términos que aparecen en nuestra escala de valores.
Las lecturas de hoy nos proponen unos parámetros muy diferentes. Los discípulos de Jesús han abandonado ya el trabajo y la familia para seguirle; pues bien, ahora les envía también lejos de él, solos por el mundo, a anunciar el Evangelio. Les impone prescindir de todo lo que a nosotros nos parece indispensable: ni provisiones, ni alforjas, ni dinero, ni túnica de recambio, sino sólo sandalias y bastón. Antes de darle disposiciones más precisas a su hijo Salomón sobre el trato que debe reservar a los enemigos del reino, David le recomienda la obediencia fiel a los preceptos de la Ley, única condición para el buen éxito de cualquier proyecto.
A buen seguro, la salud, la familia y el trabajo son cosas importantes. Pero no son las primeras que debemos buscar: no son la condición para poder seguir los caminos del Señor; al contrario, son su consecuencia. No digamos: tengo demasiado trabajo para poder comprometerme en el voluntariado; la familia me absorbe y no tengo tiempo de orar; mi salud es frágil y no puedo hacer nada por la Iglesia. Busquemos primero la Palabra del Señor y su alimento, y el resto vendrá por añadidura.
¡Señor, danos sacerdotes! ¡Señor, danos sacerdotes santos! ¡Señor, danos muchos y muy santos sacerdotes! ¡Señor danos muchas y muy santas vocaciones religiosas!
Para adoptar a un sacerdote en oración oprime aquí.