Jueves de la IV semana de Pascua

"Yo les aseguro: el sirviente no es más importante que su amo, ni el enviado es mayor que quien lo envía."
May 4, 2023
San Juan 13 16 20

Unos minutos con Dios.


Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia:

Evangelio según San Juan 13, 16-20

En aquel tiempo, después de lavarles los pies a sus discípulos, Jesús les dijo:

"Yo les aseguro: el sirviente no es más importante que su amo, ni el enviado es mayor que quien lo envía. Si entienden esto y lo ponen en práctica, serán dichosos.

No lo digo por todos ustedes, porque yo sé a quiénes he escogido. Pero esto es para que se cumpla el pasaje de la Escritura, que dice: El que comparte mi pan me ha traicionado. Les digo esto ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, crean que Yo soy.

Yo les aseguro: el que recibe al que yo envío, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me ha enviado".

 

Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia…

Sí, Señor mío, también yo pertenezco a la categoría de los siervos de nombre y de los servidos de hecho. Me gustaría ser considerado siervo tuyo, y algo menos ser considerado siervo de los otros. Porque si bien, teniendo todo en cuenta, ser considerado siervo tuyo es algo que gratifica, convertirse en siervo de los hombres no parece ni agradable ni honorable. Y por eso no he gustado aún la bienaventuranza del servicio: demasiadas palabras y pocos hechos; mucha teoría y poca práctica; mucha exaltación de los santos que han servido y poco compromiso con el servicio; muchas palabras hermosas para aquellos que me sirven y muy pocas ganas de pasar a su bando.

Señor misericordioso, abre mis ojos a las muchas ilusiones que cultivo sobre mi servicio; refuerza mis rodillas, que se niegan a plegarse para lavar los pies; da firmeza a mis manos, que se cansan de coger el barreño con el agua sucia por el polvo pegado a los pies de los viajeros que llaman a mi puerta. He de confesarte, Señor, que soy muy, muy débil, que ando muy lejos de tu ejemplo de vida. Concédeme tu Espíritu para ahuyentar mis miedos y para vencer mis timideces.

Señor, ten piedad de mis hermosas palabras sobre el servicio. Señor, ten piedad de mis escasas obras. Señor, ten piedad de mi corazón, que no conoce todavía la bienaventuranza del servicio verdadero y humillante. Amén.

Santa Clara de Estrella.

 

Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.

Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: “Ayudaos mutuamente a llevar vuestras cargas.” Gal 6,2.

 

Bendito seas, Señor, que iniciaste y completas nuestra fe,

porque nos llamaste a salir de la tiniebla y a entrar en tu luz maravillosa.

 

Tú que abriste los ojos de los ciegos y diste oído a los sordos,

ayuda también nuestra falta de fe.

 

Haz, Señor, que permanezcamos siempre en tu amor,

y que este amor nos guarde fraternalmente unidos.

 

Ayúdanos para que resistamos en la tentación, aguantemos en la tribulación

y te demos gracias en la prosperidad. Amén.

 

Para Lectura Espiritual

¿Qué debe hacer quien sabe que dentro de poco morirá?

Si ama a alguien y tiene algo para dejarle, debe dictar su testamento. Nosotros nos hacemos traer papel y pluma. Cristo fue a coger un barreño, una toalla, y derramó agua en un recipiente. Aquí empieza el testamento; aquí, tras secar el último pie, podría terminar también...

"Os he dado ejemplo..." Si tuviera que escoger una reliquia de la pasión, escogería entre los flagelos y las lanzas aquel barreño redondo de agua sucia. Dar la vuelta al mundo con ese recipiente bajo el brazo, mirar sólo los talones de la gente; y ante cada pie ceñirme la toalla, agacharme, no levantar los ojos más allá de la pantorrilla, para no distinguir a los amigos de los enemigos. Lavar los pies al ateo, al adicto a la cocaína, al traficante de armas, al asesino del muchacho en el cañaveral, al explotador de la prostituta en el callejón, al suicida, en silencio: hasta que hayan comprendido.

A mí no se me ha dado ya levantarme para transformarme a mí mismo en pan y en vino, para sudar sangre, para desafiar las espinas y los clavos. Mi pasión, mi imitación de Jesús a punto de morir, puede quedarse en esto.

Luigi Santucci.

                                                           

¡Oren por Kerygma Comunidad Misionera Evangelizadora! ¡Que Dios nos mantenga a todos los misioneros, fieles a la misión encomendada!

 

Para las lecturas del día, por favor vaya aquí.

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