
Unos minutos con Dios
Santa María Magdalena
Formó parte de los discípulos de Cristo, estuvo presente en el momento de su muerte y, en la madrugada del día de Pascua, tuvo el privilegio de ser la primera en ver al Redentor resucitado de entre los muertos (Mc 16,9). Fue sobre todo durante el siglo XII cuando su culto se difundió en la Iglesia occidental.
Empezamos la oración de la mañana en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Lee y medita la Palabra de Dios, si es necesario léala de nuevo, usando tu propia Biblia:
Evangelio según San Juan 20, 1-2. 11-18
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto".
María se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar, se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron: "¿Por qué estás llorando, mujer?" Ella les contestó: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo habrán puesto".
Dicho esto, miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era Jesús. Entonces él le dijo: "Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas?" Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: "Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto". Jesús le dijo: "¡María!" Ella se volvió y exclamó: "¡Rabbuní!", que en hebreo significa 'maestro'. Jesús le dijo: "Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: 'Subo a mi Padre y su Padre, a mi Dios y su Dios' ".
María Magdalena se fue a ver a los discípulos para decirles que había visto al Señor y para darles su mensaje.
Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia ……
Señor Jesús, me conmueve profundamente la imagen de María Magdalena en la mañana de Pascua. Su dolor y su búsqueda desesperada de Ti son tan palpables. A veces me siento como ella, buscándote con aflicción en medio de mis propias pérdidas o incertidumbres, sintiendo que lo que más amo se ha ido y no sé dónde encontrarte. Me identifico con su ceguera inicial, esa incapacidad de reconocerte incluso cuando estabas tan cerca, hablándole. Qué a menudo, Señor, en mi propia vida, Tú estás presente, pero mi mirada está tan nublada por mis lágrimas o mis propias ideas que no logro verte ni escucharte. Ayúdame a confiar en que, incluso en la oscuridad, Tú estás obrando y que solo necesito abrir mi corazón a Tu voz.
Qué deseo tengo de tener esa misma experiencia, que Tu voz me llame por mi nombre …….. en medio de mi caos o mi ceguera. Que, al igual que María, mi respuesta sea un reconocimiento de Ti como mi Maestro, mi 'Rabbuní'. Y que, habiéndote encontrado, no me quede aferrado a ese momento, sino que, movido por Tu encargo, me convierta en un mensajero de Tu resurrección, llevando la buena nueva a mis hermanos y hermanas, proclamando que vives y que nos unes a Ti y al Padre. Amén.
Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy.
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «"Señor, mi alma tiene sed de ti."» Amén
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme
En la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que con tus santos te alabe.
Por los siglos de los siglos. Amén