Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia

June 10, 2019
Bienaventurada Virgen María, Memoria Madre de la Iglesia El papa Francisco, a través de un Decreto de la Congregación para el Culto Divino, ha establecido que la memoria de la «Virgen María, Madre de la Iglesia» se celebre cada año el lunes siguiente a Pentecostés. Según señala el Decreto, «el Sumo Pontífice Francisco, considerando atentamente que la promoción de esta devoción puede incrementar el sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad mariana, ha establecido que la memoria de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, sea inscrita en el Calendario Romano el lunes después de Pentecostés y sea celebrada cada año». «Esta celebración –continúa– nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana debe fundamentarse en el misterio de la cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos». Himno Y vio Dios que era hermosa la ternura y Madre la llamó desde el principio con un sabor a miel en cada letra. Tan perfecta nació que, enamorado, Dios mismo se reserva la primera y le regala al hombre su hermosura. ¿Dónde queda la luz, dónde la nieve? Al contemplarte se levanta en vuelo mi peso de tristeza y recupero la intimidad de niño transparente con tu candor de besos y caricias. Déjame que te llame siempre Madre. Dame otra vez tu mano y tu sonrisa y vamos por la vida caminando. Amén. Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 1,12-14 Después de la ascensión de Jesús a los cielos, los apóstoles regresaron a Jerusalén desde el monte de los Olivos, que dista de la ciudad lo que se permite caminar en sábado. Cuando llegaron a la ciudad, subieron al piso alto de la casa donde se alojaban, Pedro y Juan, Santiago y Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé y Mateo, Santiago (el hijo de Alfeo), Simón el Cananeo y Judas, el hijo de Santiago. Todos ellos perseveraban unánimes en la oración, junto con María, la madre de Jesús, con los parientes de Jesús y algunas mujeres. Salmo 87 (86) R/M¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! Él la ha cimentado sobre el monte santo; y el Señor prefiere las puertas de Sion a todas las moradas de Jacob. R/M¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! Se dirá de Sion: «Uno por uno, todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado». R/M¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! El Señor escribirá en el registro de los pueblos: «Este ha nacido allí». Y cantarán mientras danzan: «Todas mis fuentes están en ti» R/M¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! Lectura del santo evangelio según san Juan 19,25-34 En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, Jesús dijo a su madre: «Mujer, ahí está tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Ahí está tu madre». Y desde entonces el discípulo se la llevó a vivir con él. Después de esto, sabiendo Jesús que todo había llegado a su término, para que se cumpliera la Escritura, dijo: «Tengo sed». Había allí un jarro lleno de vinagre. Los soldados sujetaron una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús probó el vinagre y dijo: «Todo está cumplido», e inclinando la cabeza, entrego el espíritu. Entonces, los judíos, como era el día de la preparación de la Pascua, para que los cuerpos de los ajusticiados no se quedaran en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día muy solemne, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y los quitaran de la cruz. Fueron los soldados, le quebraron las piernas a uno y luego al otro de los que habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar a él, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza e inmediatamente salió sangre y agua. Oración, dedica unos minutos a tener un diálogo espontáneo con Cristo, de corazón a Corazón, intercede por tu familia…….. Dios, Padre de misericordia, cuyo Hijo, clavado en la cruz, nos entregó a su Madre, santa María Virgen, como Madre nuestra; por su intercesión, concédenos que tu Iglesia sea cada día más fecunda, se alegre por la santidad de sus hijos, y atraiga a su seno a todos los pueblos. Amén. Contempla la Palabra de Dios (en silencio deja actuar en ti al Espíritu de Dios). Actúa y conserva la Palabra en tu vida hoy. Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Ahí está tu madre» Amén

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